sábado, febrero 23, 2008

Ingratitud


Da pena ver como una de las mayores actrices que ha tenido Chile, se fue casi sin pena ni gloria. 


Los medios de comunicación, hiperventilados en estos días por cubrir todos los detalles más escabrosos de la mediocre farándula local, con suerte cedieron algunos minutos o páginas para referirse al fallecimiento de Anita González. 


Francamente, no me lo esperaba. No pensé que estuviéramos tan mal. 


Ya sé que los chilenos somos malagradecidos, pero esto fue el colmo. Sobra espacio en todos los canales para repetir hasta el cansancio la presentación de un talentoso pero simple imitador, y se olvidan de las miles de risas que a lo largo de toda su carrera provocó la gran Anita,  con personajes cargados de chilenidad, como la Desideria o doña Rosaura. Si hasta las empelotadas y tontorronas candidatas a reina del festival fueron más importantes.


Y qué decir de nuestras autoridades. Mientras en el funeral de Volodia Teitelboim la Presidenta y sus ministros no tuvieron inconvenientes en hacer de guardias de honor, en la partida de Anita, mujer de personalidad fuerte, comprometida con las ideas de izquierda y constante defensora del mundo de la Cultura -de esa que se escribe con mayúscula-, brillaron por su ausencia.


Así es este Chilito. Definitivamente en algún momento perdimos la brújula.

domingo, febrero 03, 2008

El amigo de mi amigo

Tengo un muy buen amigo de infancia, con el cual, por esas circunstancias de la vida, hemos perdido contacto hace ya varios años. Pero como nuestras respectivas señoras madres se ven casi semanalmente, siempre estoy informado de las novedades referidas a él y a su familia.


Al igual que yo, vive con sus padres, le gusta viajar,  es bastante culto... En resumen, un modelo de hijo tranquilo de familia clase media bien, tradicional y de misa todos los domingo. 


Y también al igual que yo, a sus treintaytantos permanece soltero y sin historial conocido de novias o pololas. No obstante, por las conversas con señora madre, sé que ha sido más carretero que este servidor.


Hace ya unos años apareció un nuevo actor cada vez más frecuente en los reportes maternos: un amigo al cual bautizaremos como "Bruno".


Con Bruno -compañero de trabajo de mi amigo en esos años- se empezaron a juntar para salir a fiestas hasta la madrugada, luego comenzaron a viajar todos los fines de semana a la casa en la playa que tenían los tíos, y desde hace un tiempo suelen tomar vacaciones juntos. Actualmente Bruno almuerza casi todos los fines de semana con la familia de mi amigo y después duerme siesta en su pieza.


Por supuesto, todo esto lo cuenta señora madre con el mismo tono neutro con el que relata las otras novedades de esa familia (tono de "aquí no pasa nada" que también debe emplear la tía al contarle estas cosas). Y yo pongo atención con la misma cara de circunstancia con que escucho sus otros pelam... ejem, historias de familiares, amigos y vecinos. 


Es como una partida de poker en el cual el subtexto es más entretenido que lo que se aprecia a simple vista. Porque si bien los dos hace rato ya que tenemos clara la película, también sabemos que hay cosas de las cuales no se habla, y más cuando afectan a personas que prácticamente consideramos familiares.


La única ocasión en que este diálogo de "hacerse los tontos" se ha roto, fue una vez que mientas señora madre se refería a mi amigo, sus padres y Bruno, mi padrastro soltó en tono jocoso "el yerno".


Inmediatamente señora madre reaccionó como gato erizado, pronunciado un simple "Mario" (nombre de mi padrastro), pero con ese tono que sólo las madres saben emplear, mezcla de reto, llamado de atención, molestia y sensación de incomodidad, con lo cual dejan claro que se ha cometido una falta que rompe la armonía familiar y que esperan que no se repita. Una actitud muy Bree Van De Kamp (la pelirroja de Desperate Housewives, para los que no ubican la referencia).


Yo, claro está, no levanté ni una ceja ante lo dicho, y pasado el exabrupto todo prosiguió como si nada.


Sin embargo, reconozco que hay ocasiones en que me he sentido tentado por interrumpir también los relatos de señora madre sobre mi amigo y su amigo, con algún comentario que implique poner las cartas sobre la mesa, y de esa forma saber cuál es su reacción y qué opina en verdad sobre el tema. Pero de inmediato desisto y sigo escuchando como si nada.


Es que en el fondo los dos compartimos que hay cosas que uno acepta y da por hecho, pero sobre las cuales no se pronuncia. Bruno es un amigo muy cercano, y punto; lo demás no es asunto nuestro.


"Vive y deja vivir" es la consiga que aplicamos, y por ahora creo que es mejor así. Después de todo, por acá también hay ropa tendida.