domingo, enero 29, 2006

Mal sueño

Casi nunca recuerdo lo que sueño. Las pocas veces que despierto con esas imágenes todavía frescas en mi mente, éstas prefieren dejarse atrapar por las sábanas y no acompañarme en mi calvario de la cama a la ducha.
Sin embargo, hay un par de motivos recurrentes que han logrado vencer esa cubierta de teflón que protege mi cerebro.

Más que historias, se trata de situaciones concretas y angustiantes. Preciso eso porque el 90% de lo que ocurre en esos sueños es irrelevante, es simplemente el escenario que prepara el camino para el momento de climax; ese punto en el que todo de transmuta en pesadilla, y en el cual, si tengo suerte, logro activar mis defensas y razonar que lo que ocurre no puede ser real, que es fruto de mi imaginación.

Reconozco que la primera de esas imágenes es un tanto vanidosa, porque en ella me enfrento a que he perdido el pelo: me miro en un espejo y en mi cabeza sólo quedan unos cuantos mechones. En ese mismo instante me baja la desesperación y me empiezo a preguntar cómo ha ocurrido eso, si todavía me quedaba bastante cabello (y estoy haciendo todos los esfuerzos para que así se mantenga)... lo que sigue de ese momento ya no lo recuerdo: o cambio de historia o simplemente logro despertar y sentirme aliviado de comprobar que sólo ha sido un sueño.

La segunda de mis pesadillas habituales –aunque es un poco exagerado llamarles así- es una en la que estoy en la universidad (a veces en el colegio), al final del año, y me encuentro con que hay un curso que se me olvidó completamente que había tomado, por lo que nunca fui a esas clases. Nuevamente me inunda la desesperación y nuevamente recurro a los mismos mecanismos de defensa de la situación anterior.

Todo este preámbulo es porque la otra noche tuve un sueño distinto, tan desagradable que logró despertarme a eso de las 4:00 de la madrugada. Lo poco que recuerdo es que estaba en una casa antigua y caminaba por un pasillo oscuro. En uno de los costados había como una especie de ventana que conectaba con otra habitación; la única certeza que tenía era que no debía mirar, porque ahí había algo malvado. Pero yo me acercaba y mis ojos alcanzaron a vislumbrar una figura. No me impresionó lo que vi, pero sí la sensación que me inundó, porque tuve miedo. Tanto, que de inmediato me desperté agitado.

Para colmo ese día estaba solo en la casa, la única compañía era mi perra que descansaba a mis pies. No me atrevía a moverme ni hacer el menor ruido, me sentía en el mismo estado de indefensión que cuando era chico y la oscuridad me asustaba. Cuando dormirme pronto era mi único escape.

Estaba solo y con miedo. Me acurruqué en la cama y me tapé completamente con la sábana, tal como lo hacía antes. Ese era mi pequeño refugio cuando niño. Y me quedé así, inmóvil, esperando que me venciera el cansancio. Esperando volver a dormir, pero esta vez sin malos sueños.

viernes, enero 27, 2006

Essential

¿Han visto este comercial de Lacoste Essential? (lo pueden apreciar acá)
¡Simplemente me encanta!
Todo: la idea, la estética, la sonrisa traviesa de Axel Hermann y, sobre todo ¡la música!

Cuando voy por la calle me imagino escuchando esa canción (
Mushaboom, de la canadiense Leslie Feist) y me bajan las ganas de caminar con ese ritmo, sonriéndole a todo el mundo, disfrutando como cabro chico de la vida.
Esa es la actitud que me gustaría tener.


Por lo visto soy bien susceptible a la publicidad, ¿eso cuenta como una rareza o manía? Porque
J me envió este nuevo meme o cadena bloguera que anda circulando, y que por lo que entiendo supone que cada bloguero cuente cinco de sus “locuras”. Aquí van las mías, aunque no creo que sean nada del otro mundo (en otros blogs he leído cada pelada de cable):

1. Cuando chico me imaginaba que al caminar cada persona iba dejando un pequeño hilo a lo largo de su recorrido, una especie de telaraña; por eso, siempre que salía de casa trataba de devolverme efectuando el mismo trayecto, para que mi hilo no se enredara más de la cuenta.

Hoy ya no pienso eso –menos mal-, pero igual me gusta seguir ciertas rutas establecidas en mis viajes diarios al trabajo, tomar siempre el mismo vagón del metro, y en lo posible situarme en el mismo lugar.

2. Puedo soportar que mi pieza esté desordenada e incluso un poco sucia, pero que la cama esté sin hacer ¡jamás!

3. Cuando camino suelo ir hablando solo, o mejor dicho, conmigo mismo. Incluso gesticulo, lo que ha sido motivo de que más de una persona me quede mirando raro, como diciendo pobre loquito.

4. No soporto escuchar a la gente de toser, ese ruido es como un martilleo en mi cerebro que despierta mis instintos asesinos.

5. Me encanta el olor de la tierra mojada, tanto, que de chico me la comía.

También me obsesiono con las cosas que me gustan, como los blogs, programas de TV, libros, determinados productos, etc.
Invito a seguir el juego a: Interdicta, Yo Pienso y Sinister.

viernes, enero 20, 2006

David Gallagher

Cada viernes por medio, lo primero que hago al abrir El Mercurio es leer la columna de David Gallagher. Simplemente lo considero una de las mentes más lúcidas, preparadas y brillantes del ámbito intelectual chileno, y lo que es más importante, fiel exponente del pensamiento de derecha liberal y democrática que me gustaría que tomara más fuerza en este país.
Sin ánimo de pasar a llevar derechos de propiedad intelectual, reproduzco acá la columna publicada hoy en El Mercurio, y que analiza el escenario generado por las recientes elecciones:
Un cuatrienio promisorio
Antes que nada, un entusiasmado homenaje a Sebastián Piñera. Chile necesita una derecha moderna y universal, que sea una alternativa real para una mayoría de ciudadanos. Gracias a la candidatura de Piñera, alcanzamos a vislumbrar cómo podría ser esa derecha.
No por el “humanismo cristiano”. Esa parte de la campaña nunca me gustó, porque Dios no debería ser un factor de división política. Más bien porque Piñera contribuyó a liberar a la derecha de una herencia prohibitivamente complicada, distanciándola de sus fantasmas. La Concertación no acarrea los pecados de Allende porque incluye a la DC, que se opuso a él. Para estar igualmente libre del pasado, la derecha tiene que acoger a más líderes que se opusieron a Pinochet. El momento que lo haga, estará en condiciones de proveernos la alternancia en el poder que la democracia chilena tanto necesita. Lagos, en su elogio a la Concertación y a sus tres excelentes gobiernos, dijo con razón, la noche el domingo, que la Concertación era “un patrimonio de Chile”. Pero si no gana la Alianza algún día, será Chile el que se convertirá en patrimonio de la Concertación. Como dijo Patricio Navia esa misma noche, sin alternancia terminaremos confundiendo Concertación con Estado.
De paso es curiosa la rabia que despertó en la Concertación y el gobierno el surgimiento de esa derecha nueva. Uno diría que por el bien del Chile republicano, ella sería acogida con felicidad por quienes restauraron nuestra democracia. Pero al contrario, una derecha profundamente democrática produce en sectores de la izquierda la misma indignación que provoca en algunos rincones de la derecha un presidente Lagos libremercadista.
Desde luego es más fácil lidiar con un adversario caricaturesco que con uno de alcance universal. Nada peor que un adversario que se renueva, si lo que más importa no es el bien del país sino el poder.
Por cierto no basta que la derecha se libere de sus fantasmas. Tiene también que consolidar su unidad recién ganada, y enseguida complementarla con más amplitud. Tiene que evitar esta vez quedarse pegada a un solo candidato: como lo hace la Concertación, debería levantar a una docena de figuras presidenciables. Pero más que nada tiene que volverse atractiva y seductora, sobre todo para los jóvenes. Es lo que ocurre con el partido conservador en Gran Bretaña, donde David Cameron, su joven líder nuevo, ha logrado reclutar hasta a Bob Geldoff, el músico rock que busca salvar África.
Que la Concertación tenga mientras tanto una impresionante capacidad para renovarse fue demostrado por la contundente mayoría de Michelle Bachelet. Estoy seguro que muchos chilenos que no votaron por ella amanecieron el lunes felices de tener como presidente a una mujer, que, además, promete un tipo tan nuevo de liderazgo.
Bachelet abre perspectivas estimulantes y entretenidas para Chile. Desde ya será una inspiración para las mujeres, lo que es bueno para el país entero, porque con más contribución de ellas, nos enriqueceremos todos. En general, Bachelet tiene ahora un gigantesco capital político. En Chile, éste le servirá para resistir las presiones de grupos de interés entre sus propios adherentes. Pero es un capital que se extiende también al ámbito internacional. Los países más poderosos del mundo la festejarán, lo que debería darle confianza para ser asertiva con los pocos países que puedan querer perjudicarnos. Por último Bachelet tiene como nadie el capital moral para cerrar de una vez las heridas del pasado. Con sólo ese logro justificaría su cuatrienio.

lunes, enero 16, 2006

French connection

Pa’ pasar las penas por el triunfo concertacionista obtenido gracias al descarado intervencionismo del aparato estatal (je, el weon pegao. Sin embargo, bien dice la doctora que será Presidenta de todos los chilenos, de hecho, es lo mínimo que puede afirmar, si consideramos que su campaña se sustentó en buena medida en los impuestos que pagamos el conjunto de los ciudadanos), nada mejor que algo de buena música francesa.
Gracias al blog el año pasado descubrí a Carla Bruni, y buscando artistas más o menos afines llegué a otros talentos dignos de destacar:



Benjamin Biolay: Con un tono de voz muy profundo, su música mezcla la tradición de los baladistas galos con un estilo más experimental y moderno. Tiene varios CD, pero los que encuentro más interesantes son Rose Kennedy (bastante bueno) y Home, donde canta con su esposa Chiara Mastroianni (hija de Marcello Mastroianni y Catherine Deneuve, o sea, lo que se dice top).
De otro de sus discos, A l'origine es simplemente notable y cargada de una contenida intensidad.


Keren Ann: Preciosa voz, sus canciones son más tradicionales, dulces y con un aire más pop que Biolay, pero igual están en la misma línea, entre otros motivos, porque han trabajado juntos. De ella tengo el CD La Biographie de Luka Philipsen, lo compré en Feria del Disco y no me arrepiento.
También tiene composiciones en inglés, como el disco Not going anywhere, canción ésta que simplemente es una susurrante delicia (para disfrutarla a la luz de las velas con alguien especial).



Raphael: Sí, se llama igual que el extrovertido artista español, pero éste que comento es un chico francés, en el estilo más de los trovadores urbanos, canciones más sencillas y cargadas de sentimiento. Era la sensación en Francia a fines del año pasado con su disco Caravane. En Chile no se le puede encontrar, pero tengo algunas de sus canciones, por si alguien se interesa.
Eso sería, Remus en modo promoción de la música gala.


PD: Una pequeña infidencia, a qué no saben quién se hizo un by pass gástrico hace unos meses en el Hospital de la Fach. Una pista, de aquí a marzo se deberían ir viendo gradualmente los resultados de la operación.

domingo, enero 15, 2006

Elecciones

Quedé con cola en estas elecciones, que no es lo mismo a decir que quedé como cola, jeje.
Habrá que esperar cuatro años más.

Por mientras, mi deseo es que Michelle Bachelet sea una buena Presidenta de Chile; no para que se mantenga en el poder la Concertación -obviamente-, sino por el bien del país, que es lo que al final de verdad importa.

viernes, enero 13, 2006

Auf wiedersehen


Robert Plotkin era uno de los mejores motivos para ver Project Runway, el reality show sobre diseñadores que transmite People & Arts (viernes 00:00 AM); y no lo digo precisamente por su talento artístico.
Lamentablemente fue eliminado.

Auf Wiedersehen, le dijo la también estupenda conductora del programa, Heidi Klum.

sábado, enero 07, 2006

Narnia


La magia existe, sólo hay que saber dónde buscarla: en un libro, en una película, dentro de un antiguo ropero... en la imaginación.

Simplemente está dentro de uno, esperando la oportunidad de surgir y asombrarnos.

lunes, enero 02, 2006

Día de abrazos

Como es tradicional, el primer día laboral tras la celebración de año nuevo se transforma en un verdadero festival de abrazos y buenas intenciones. Pero esta situación a mí me genera sentimientos encontrados.
Porque yo soy medio torpe para esas demostraciones de afecto. Eso de andar abrazando a gente que no es de mi círculo íntimo me resulta poco natural. Soy muy celoso de mi metro cuadrado.
Pero por otra parte, tampoco es la idea ser un weon mala onda que no es capaz de dedicarle por lo menos una día al año, una expresión de afecto físico a sus compañeros de trabajo.
No se mal entienda, yo de verdad le deseo lo mejor a todo el mundo, de corazón (si soy re buen cabro), pero de ahí a andar estrechando cuerpos para manifestar ese aprecio, ehh, nop. De lejitos se puede saludar igual muy bien.
Pero insisto, no es la idea ser mala onda, ya bastante fama me he hecho de poco sociable.
Por eso, desde temprano me mentalicé para llegar a la pega, ofrecer mi mejor sonrisa y extender mis brazos en fraternal saludo a todo el que se me cruzara por delante, y hacerlo con ganas -como diría un amigo, con actitud Katty Barriga-, tratando de no contar los segundos en que otro cuerpo invadía -aunque fuera con mi consentimiento- mi zona de exclusión. Porque para dar un abrazo así medio resbaloso, desganado, mejor no darlo. No pueh, tenía que ser un saludo bien dado, bien apretado, a lo mero macho.
Ya he saludado como a la mitad de la oficina, y el balance final es: algunos abrazos fueron sinceros y no me compliqué para nada en darlos, otros fueron justos y adecuados, very polite, y un par requirieron un esfuerzo mayor, fueron como “ah ya poh, como nos topamos no nos queda otra que saludarnos”, pero como sentí que fue algo mutuo, cero rollos.
Sólo puedo agregar que menos mal que es Año Nuevo sólo una vez al año –valga la redundancia-, y que para mi cumpleaños todavía falta mucho.
Un sincero abrazo a todos en este inicio de 2006 (abrazo virtual, así que no me complica, jeje)