jueves, septiembre 29, 2005

Cronología hobbit

Según la tradición de los hobbits, un miembro de su comunidad recién es considerado adulto cuando cumple los 33 años. A partir de hoy sólo me resta un año para alcanzar esa fecha; habrá que aprovecharlo bien.

lunes, septiembre 26, 2005

Lecciones

Este domingo tuve la oportunidad de compartir con un grupo de amigos bloggers. A algunos ya los conocía en persona, con otros había chateado o bien intercambiado comentarios, pero de todos tenía la mejor impresión. Y puedo afirmar que ésta se vio ratificada un 1.000%. Lo pasé demasiado bien.
A la hora del primer balance, dos lecciones:

-Da gusto comprobar que existen personas muy valiosas en este mundo del blog.

-JAMAS volver a repetir la palabra “conferencia” cuando me vuelva a reunir con esta tropa de malpensados.

jueves, septiembre 22, 2005

Abriendo el regalo

Me gusta desvestir y ser desvestido... Ohhh ¡Remus hablando de sexo! pues sí. Soy bastante pudoroso para comentar sobre mi intimidad, por lo que jamás revelaría con quién lo he hecho, dónde lo he hecho y cómo lo he hecho; pero no tengo problemas en reconocer que disfruto hacer el amor, o como se dice coloquialmente en Chile, tirar.
Pero para mí, el buen sexo no se restringe sólo al coito, sino que involucra todo el juego previo y posterior. La penetración es la guinda de la torta, y en ocasiones ni siquiera es tan necesaria.

¿Por qué aclaro que me provoca placer el acto de desnudar? Porque tengo la impresión que hay mucha gente que no lo valora, que lo considera un mero trámite. De hecho, en mi restringida experiencia varias veces me ocurrió que, tras el primer paso de todo encuentro (besos, caricias, uno que otro agarrón), bastaba un momento de descuido, un solo pestañeo, para que el media costilla de turno ya se hubiera quitado la ropa más rápido que superman y saltado a la cama, pronto a que se desatara la acción.

Para explicar la importancia que asigno al tema de la ropa lo graficaré con la siguiente imagen: es como si a uno le fueran a entregar un espectacular regalo (je, iba a escribir “un gran paquete de regalo”, pero me di cuenta que eso tendría otras connotaciones), pero no te permitieran desenvolverlo. Qué fome (aburrido, en chileno) sería eso ¿cierto?

Precisamente parte de la emoción de recibir un regalo es esa mezcla de júbilo y ansiedad que provoca tenerlo en nuestras manos (el regalo, no el paquete), observarlo, imaginarnos qué puede ser, tantear su forma (idem) y luego, proceder a abrirlo (Ok, imagínense lo que quieran).

A veces uno querrá proceder a desenvolverlo con todo cuidado, retirando la cinta y el scotch en forma prolija y desdoblando lentamente el papel, tratando de prolongar lo más posible ese instante; en otras ocasiones uno procederá con total desenfreno, rajando el papel sin consideración, presuroso de acceder al ansiado objeto de deseo.

Da lo mismo cómo se haga, lo importante es el gozo que genera ese momento.

Eso es lo que me pasa con el acto de desnudar/ser desnudado.
¿O acaso no es agradable esa complicidad que nace cuando uno está o le están desabotonando la camisa, al tiempo que van y vienen besos al cuello, suaves mordiscos en las tetillas y caricias que recorren la espalda y su continuación? Y qué decir del juego malicioso mientras se procede a retirar el cinturón...

Ahí es cuando la imaginación se desata, uno se ve inundado por el deseo y el erotismo fluye libre, preparando al cuerpo y todos sus sentidos para el gran placer que viene.

Por todo eso, me gusta desvestir y ser desvestido.


Y para terminar, un consejo que una vez me dio una ex compañera de trabajo, cuando todavía era un chico puro e inocente (no podía faltar la parte nostálgica, pueh):

“Remusito, cuando te prepares para ir a la batalla, nunca olvides quitarte primero los calcetines, porque no hay nada menos seductor que un hombre desnudo con las calcetas puestas”. He dicho.

miércoles, septiembre 21, 2005

15 días, una experiencia de vida

Hace algunos años, mientras me encontraba disfrutando de las vacaciones en Concón (este no es un post nostálgico), me entretenía leyendo una antigua colección de Selecciones del Reader’s Digest. Estoy hablando, fácil, de ejemplares de fines de los ’60 y ’70, cuando en mi opinión el contenido de esa revista era bastante más entretenido (que no, no es nostálgico este mensaje).
Sobre todo me gustaba leer las secciones como Así es la vida, Gajes del oficio y los chistes, relatos que muchas veces me provocaban ataques de risa que retumbaban por toda la casa, en esos aletargados días estivales de la costa. Ah, qué tiempos aquellos... Ups, sorry, sigamos.

En fin, el asunto es que entre todas esas historias de experiencias humanas que suelen ser la tónica de esa revista (onda: “Dr. Harris, el hombre que cambio la vida de un pueblo”, “Un viaje en balsa que se transformó en pesadilla”, etc.), una vez salió una historia sencilla, pero bien útil para aplicar en el día a día.

Una lectora norteamericana -seguramente una tranquila dueña de casa en algún pueblo o suburbio de Michigan, Illinois o del medioeste de Estados Unidos-, relataba un consejo que había leído en otra parte y que ella había puesto en práctica.

Este decía que para cambiar alguno de nuestros hábitos o adoptar una costumbre nueva basta con esforzarse durante 15 días en realizar en forma metódica dicha acción. Tras ese plazo, la conducta adquirida pasaría a ser habitual y casi mecánica en nosotros.

La abnegada señora decidió someter a prueba esta máxima con una tarea que siempre le había resultado tediosa: el uso del hilo dental como parte de la higiene diaria de la boca. Una boca, dicho sea de paso, que seguramente mostraba la blanca y perfecta sonrisa que se podía esperar de los siempre pulcros norteamericanos (antes del fin de la guerra fría y de la irrupción de la comida chatarra).

Es así como en las subsiguientes dos semanas la mujer se abocó con la firmeza de carácter propia, probablemente, de su formación protestante, a la tarea de recorrer con el trozo de seda (porque de seguro jamás se le ocurrió usar hilo de coser) cada uno de los espacios entre sus cuidados dientes.

El resultado la maravilló; el consejo era cierto. Tras los 15 días, la tarea que hasta entonces había sido una obligación molesta, se transformó en un hábito más, que ya no le requería mayor esfuerzo.

Asombrado por esta revelación, aunque todavía algo incrédulo, decidí replicar el ejercicio y durante una quincena me impuse el firme propósito de nunca irme a acostar sin antes completar la limpieza del cepillado con el empleo del hilo dental. Y puedo que afirmar que resultó; desde entonces no soporto la idea de pasar una noche con mis dientes atestados de restos de comida.

El consejo de los 15 días también lo he aplicado con éxito en otros casos, como dejar de tomar café o reducir el consumo de azúcar.

Todo se lo debo a Reader´s Digest y a la generosidad de una simple dueña de casa, que hace muchos años y desde su lejano hogar, en un Estados Unidos más humano e inocente, quiso compartir su experiencia con los demás. Su historia cambió mi vida.

martes, septiembre 20, 2005

Téngase presente

A la luz de uno de mis últimos post (must love dogs), leo algunos de mis otros mensajes, y no puedo evitar pensar: pucha el weon enrollado, y más encima algo depresivo, jajaja.
De hecho, le pregunté su opinión a una voz imparcial, y diplomáticamente me dijo que, en general, mi blog daba la idea de una persona más bien ¿nostálgica? Esa creo que fue la expresión que usó.

Es interesante esto de preguntarse cómo lo perciben a uno. Así que más allá de las opiniones que se hayan hecho de mí quienes tienen a bien pasearse por este humilde sitio, debo pedirles que tengan en cuenta que este blog nació para manifestar aquellas inquietudes que muchas veces no suelo expresar en el día a día. Por ello, acá se muestra mucho de mi lado B.

Así que públicamente señalo: no seré el alma de la fiesta, pero tampoco ando por la vida con una nube negra sobre mi cabeza. En otras palabras, soy un weon enrollado (de lo contrario, por qué estaría dando explicaciones que no le interesan a nadie), pero nunca taaanto, jejeje.

lunes, septiembre 19, 2005

Arena, playa, mar azul... (reloaded)

Como ya había señalado (antes que en un arrebato decidiera eliminar la foto), aquí estoy disfrutando de la playa, entre rayos y truenos.

domingo, septiembre 18, 2005

Must love dogs

Para todos los que gustan de las comedias románticas, mi recomendación es que vayan a ver “Se busca pareja” (Must love dogs). La película reúne todos los tópicos ya clichés de esta clase de cintas, pero contados con tanta simplicidad y con tan buenos actores (Diane Lane y John Cusack son los protagonistas), que se disfruta de principio a fin.
Y como ya es clásico en estas comedias, no podía faltar el buen amigo gay, que tiene una interesante sorpresa, je.

Fui a ver esta película solo, porque necesitaba tiempo para mí. En los últimos días había andado en lo que se podría llamar “mi fase idiota”. Son aquellos momentos en que en que sin ningún motivo aparente, o por lo menos nada grave, me siento molesto y disconforme con todo.

Esta sensación se traduce en dos conductas típicas:

La primera, el aislamiento: me repliego y evito el contacto con los demás, aunque me muera de ganas de participar en algún panorama entretenido. De hecho, la “gracia” de esta fase es saber que uno tenía otra alternativa (como una fiesta con amigos), pero por propia voluntad uno la rechaza. Es como buscar cierto placer morboso en prohibirse aquellas cosas que anhelamos; la versión light de hacerse tajos en el cuerpo.

¿Freak? Absolutamente.

El segundo síntoma es la irritabilidad y andar buscando cualquier excusa para ser desagradable con otra persona, especialmente con aquellos que nos son más cercanos.

¿Será una forma que busca el subconsciente para demostrar que estamos haciendo algo mal, que no estamos conformes con las decisiones que hemos tomado, y por lo tanto recurrimos al autocastigo? Puede ser. También hay un poco de caer en el juego de hacerse la víctima, aunque sea para uno mismo.

Le comentaba a un amigo que esos estados yo los veía como una forma de “liberar presión”, pero pensándolo mejor son todo lo contrario: constituyen una forma de tomar todos esos sentimientos que son pura mierda, atiborrarme de ellos, para luego compactarlos, reducirlos, y guardarlos por ahí, en un rincón perdido de mi interior.

Por suerte esas etapas me duran sólo un par de días, pero pucha que me pongo desagradable.

En todo caso, Must love dogs me ayudó a sentirme mejor.

martes, septiembre 13, 2005

Nina

Noche de música, hoy dedicada a una de mis ídolas: Nina Simone... Voz, talento, pasión.
Les dejo la letra de una de mis canciones favoritas, I put a spell on you. Quizá algún día se la pueda dedicar a alguien, por ahora la comparto con los lectores de este blog, ojalá la puedan bajar de algún sitio y disfrutarla.

I put a spell on you
’cause you’re mine


You better stop the things you do

I ain’t lyin’

No I ain’t lyin’


You know I can’t stand it
You’re runnin’ around
You know better daddy

I can’t stand it cause you put me down


I put a spell on you

Because you’re mine

You’re mine


I love ya

I love you

I love you

I love you anyhow

And I don’t care

If you don’t want me

I’m yours right now


You hear me

I put a spell on you

Because you’re mine

lunes, septiembre 12, 2005

Una larga espera

Sábado 10
20:40 hrs. Tras un agotador pero francamente inolvidable día de visita a las ruinas de Chichen Itza (lo mejor del viaje a México), junto al resto de los miembros chilenos de la convención abandonamos el hotel rumbo al aeropuerto de Cancún. Nuestro vuelo salía a las 23:30 hrs.

21:10 hrs. Llegada al aeropuerto e inicio de los trámites para el retorno a Chile.

21:30 hrs. Visita a las tiendas Duty Free y locales de comida, mientras se espera la hora de embarque. El vuelo a Santiago es el último programado ese día, por lo que el aeropuerto está prácticamente vacío.

22:30 hrs. Las pantallas anuncian que el avión viene con retraso de unos 20 minutos.

23:00 hrs. Nos trasladamos a la puerta de embarque, donde un numeroso grupo de chilenos y argentinos, principalmente, retorna de sus vacaciones.

23:30 hrs. Se cumple la hora inicialmente prevista para la partida, y no hay novedades. Todas las tiendas del aeropuerto se encuentran cerradas, por lo que para no aburrirse la gente conversa, revisa las fotos que se sacaron, leen libros, etc.

Domingo 11
00:05 hrs: Por los parlamentes se anuncia que el vuelo ha sido cancelado. Cara de sorpresa en todos los rostros.

00:06 hrs. El mostrador de la aerolínea se ve atiborrado de gente que –con mayor o menor grado de molestia- exige saber que está pasando. Al parecer el avión se atrasó por tormenta en Miami y no alcanzó a llegar a Cancún antes del cierre del aeropuerto, que se encontraba en trabajos de mantención.

00:15 hrs. Se inicia el proceso para tomar los datos de todos los pasajeros y llevarlos a un hotel. Entre tanto, las sobrecargos deben soportar la ira de algunos pasajeros.

1:10 hrs. Se nos devuelven los documentos de inmigración, procedemos a retirar nuevamente nuestro equipaje, y nos retiramos de las instalaciones del aeropuerto. Bienvenidos nuevamente a Cancún.

1:20 hrs. Abordamos los buses dispuestos para el traslado al hotel, el Omni. Al parecer, es un muy buen establecimiento (al borde de la playa). Todavía no se sabe cómo la aerolínea solucionará la cancelación del vuelo.

1:40 hrs. Tras una espera amenizada por una serie de bromas, finalmente parten los buses. La gente está molesta, pero igual hay buen ambiente.

2:05 hrs. Arribo al hotel. Se bajan todos los pasajeros, excepto el grupo que participamos en la convención; nosotros iremos a otro hotel donde se nos asignarán habitaciones singles (en el Omni sólo ofrecen habitaciones compartidas).

2:20 hrs. El viaje transcurre en silencio, pero a medida que el bus prosigue su viaje y se aleja de la zona de los hoteles, surgen las caras de interrogación.

2:30 hrs. Llegamos al hotel Oasis, ubicado en el centro de la ciudad. El comentario general es que salimos perdiendo.

2:35 hrs. Un recepcionista con cara de molestia se encarga del registro, nos informa que no hay nada abierto para comer; no queda más que irse a las habitaciones. El lugar deja bastante que desear y las piezas no lucen mejor.

2:50 hrs. Bajo a recepción a tratar de hacer una llamada larga distancia, porque mi teléfono no funciona; me avisan que una vez que esté listo el ingreso de todos los pasajeros, los teléfonos quedarán habilitados. Otros pasajeros acuden con más reclamos. Entretanto, el personal de la aerolínea llega con bebidas y sandwichs comprados en un supermercado.

3:00 hrs. Luego de comer algo, vuelvo a mi habitación. Tras un día de excursión que comenzó a las 7:30, el constante acarreo de equipaje de las últimas horas y el hambre que tenía, me encontraba exhausto (todavía no puedo hacer mi llamada telefónica).

3:05 hrs. Buenas noches los pastores.

3:25 hrs. Siento que golpean la puerta de mi pieza. Avisan que hay que bajar al lobby, porque nos cambiamos de hotel, así que me vuelvo a vestir, recojo mis cosas y bajo.

3:35 hrs. En estado ya casi catatónico estamos en la entrada del hotel esperando que nos pasen a buscar. Llegan tres vans y nuevamente nos trasladamos al hotel Omni.

4:05 hrs. Llegamos a destino y nos asignan las piezas. Además, no informan que debemos estar listos a la 13:00 hrs. porque el vuelo fue fijado para las 15:30 hrs de ese domingo.

4:15 hrs. Se me apaga la tele; por fin ya no hay más interrupciones.

Finalmente logramos dejar Cancún el domingo cerca de las 16:00 hrs. y llegamos a Santiago este lunes a las 2:15 hrs. Todavía quedaba por solucionar el tema de las conexiones para muchos de los pasajeros y su hospedaje; pero para mí el viaje ya había terminado y podía retornar a dormir en mi cama. Sólo unas pocas horas, eso sí, porque este lunes había que volver al ritmo normal de trabajo.

viernes, septiembre 09, 2005

Ay Karamba

Animado y envalentonado por lo bien que lo estaba pasando el el coctel oficial del evento en que participo, decidi aprovechar el anonimato que me pertime Cancun para emprender una aventura que jamas me he atrevido a realizar en Chile: ir a una disco gay.
Tras una rapida busqueda en internet, la direccion que consegui fue la de la disco Karamba, supuestamente la mas grande de la ciudad. Muchos mas antecedentes no tenia.
Me encamine hacia mi distetino, un tanto nervioso, pero tambien con la inquietud por conocer una una vez por todas que tal era el ambiente en esos sitios, que tantos adeptos generan. En el trayecto podia ver el animado y algo loco ambiente que se vivia el los pubs y bares destinados a la fauna de turistas heteros que visitan este balneario, lo que me fue generando expectativas de lo que me podia encontrar en la disco (aclaro que yo solo iba con animo de conocer el ambiente, nada mas, en serio, no pongan cara de incredulidad).
Karamba se encuentra ubicada en la ciudad de Cancun, fuera de la zona de hoteles, y a pocos metros de la calle principal. La entrada se veia bien tranquila, asi que respire profundo y di el vamos al asunto.
La pista se ubicaba en el segundo piso, por lo que subi la escalera algo inquieto por el espectaculo con el que me podia encontrar. Ahi vino el gran impacto: el local estaba practicamente vacio. Eras mas de medianoche y apenas habia unas doce personas.
Se podia ver un grupo de amigos mexicanos, medio maduritos, pero el resto eran puros parroquianos solitarios dispersos por el local. Algo desilusionado, me sume a ellos.
La mayoria de los presentes lucia como la fauna tipica que uno puede esperar: mucho gel en el pelo y harta polera o camisa entallada (no era mi caso, advierto).
Segun lo que me comento el que atendia, el recinto se animaba pasada la 1:00 AM, pero los mejores dias eran los fines de semana. Ademas, por esta fecha es temporada baja (parece que eso no lo sabian en los locales heteros que se veian en la zona de los hoteles).
En fin, opte por esperar y ver que pasaba, total, ya habia pagado la entreda. Asi que me sente en un lugar discreto, acompagnado de una cerveza Corona.
Pero no paso mucho. Lo mas animado fue un fanatico de Madonna que cuando se dejo escuchar una de sus canciones, decidio mostrar en la pista de baile su devocion por la diva del pop.
A la 1:15 AM, y con una cara de aburrido que me llegaba al piso, decidi que ya era hora de irme.
Al final de cuentas lo habria pasado mejor quedandome en la improvisada fiesta que armaron en el hotel mis compagneros de la convencion (donde habria aprovechado de seguir joteando un australiano muuuy simpatico ;))
En fin, igual fue una experiencia interesante, mas no sea por atreverme a hacer algo que en Chile no me animaria.

Saludos a todos

PD1: En respuestas a sus dudas, estoy usando mi viejo y piola traje de bagno. El pobre merecia un chapuzon en las aguas del Caribe antes de pasar a mejor vida.
PD2: Lo washones que he visto se cuentan con los dedos de las manos. Lo que mas se ve son gringos pasados de peso, agnos y exposicion al sol.

martes, septiembre 06, 2005

Remus en Cancún

Odio los viajes largos en avión. Cuendo son sólo dos o tres horas, no tengo problemas, e incluso me suelo quedar dormido apenas despegamos. Pero cuando el itinerario es más prolongado, la situación es distinta. No logro conciliar el sueño, me siento incómodo, y de a poco el viaje se va transformando en tortura.
Obviamente el estar confinado a menos de un m2 de espacio es un factor clave, pero creo que además me predispongo sicológimante.
Volé el lunes en la noche a Ciudad de México, para luego de una escala de casi tres horas, seguir a Cancún. En total fueron casi 12 horas de viaje en las que con suerte habré dormido dos. Lo único que puedo decir es que afortunadamente la películas que pasaban eran entretenidas (Monster in Law y otra de una Guía Galactica que no entendí mucho), porque me permitieron aliviar el insomnio.
Pero ya las horas que llevo en Cancún me han permitido olvidar eso, y disfrutar lo que ofrece este paraíso del turismo. Este día lo tenía libre, así que lo aproveché al máximo.
Por eso, luego de tener que esperar que el hotel tuviera lista mi habitación, tomé un tour por los manglares y un recorrido en una especie de submarino por el arrecife de coral. Bien breve, pero igual bonito. Vi tortugas, rayas y una serie de pequeños peces de los más variados colores.
Luego de eso volví al hotel, y partí a la playa.
ESPECTACULAR.
Hace años que los más que hacía en mis visitas a la playa era con suerte mojarme los pies. Hoy estuve un buen rato nadando en esa verdadera piscina de aguas transparentes y tibias que es el Caribe. Ahí ya olvidé todos los achaques del viaje.
Ahora estoy en el pueblo de Cancún. Su calle principal es bastante similar en algunos sectores a lo que podría ser San Diego o Irarrázaval.
Que contraste con el sector de los hoteles, donde todo es lujo y perfección, y por lo mismo, tan aburrido.
Sorry, sé que muchos matarían por estar disfrutando de esos hoteles, pero la verdad es que les falta vida. Yo prefiero salir a caminar por una ciudad que no conozco, ver lo que hace su gente, sus diferencias con Chile, etc. Aunque por supuesto, siempre es muy agradable volver a descansar a un cómodo cuarto de hotel cinco estrellas, no lo voy a negar.
En fin, acá yo soy turista. Así lo indica la pulsera que llevo en mi muñeca izquierda y que señala el hotel al que pertenezco, casi como marca de ganado.
Y no es un detalle menor, porque si la llego a dañar o perder tengo que pagar una multa bien importante.
Así es el Cancún de los extranjeros.