32 años...
(+ 12 meses)
Desde hace unos días venía pensando cuál sería la mejor manera de celebrar, bloguísticamente hablando, mis recién cumplidos 32 años (y doce meses).
Una opción era no hacer ninguna referencia al tema y dejar que pasara piola, como muestra de sobriedad y discreción... Pero nah, que fome, es mi cumpleaños y tengo todo el derecho a festejarlo y gritarlo a los cuatro vientos.
Decidido entonces que publicaríamos un post sobre tan magno evento –en una semana repleta de ellos, como he visto y me consta que seguiré viendo en otros blogs-, la nueva inquietud era si lo hacíamos en forma recatada y elegante o con gran bombo (chucha estoy hablando como el Papa: en primera persona plural).
Entonces pensé, “si Julita Astaburuaga, la gran dama del jet set chileno, no le hace asco a celebrar su natalicio con la mayor parafernalia posible ¿Por qué yo no?”
Yap, pongámosle pino al asunto.
Pero ¿Qué hacer?
Una alternativa era publicar un post recopilatorio de mis 32 mejores y/o más impactantes escritos en la red (porque 32 posts antiguos + el nuevo texto = la cifra mágica en este día). Me parecía una solución simpática: así mis antiguos lectores podrían refrescar su memoria y los nuevos visitantes tendrían la oportunidad de conocer, en forma resumida, las tonteras que he escrito en este ya más de un año que llevo en bloguerlandia.
Si bien esta alternativa estuvo a punto de materializarse, perdió fuerza en la recta final (igual, nunca está demás pegarse una repasada a los archivos, hay algunas confesiones bien interesantes por ahí).
Otra opción era redactar un post sabrosón con algunas de las historias que hasta ahora el pudor me ha hecho mantener bajo siete llaves (sí, sí, eso mismo que están pensando los muy cochinones). Después de todo, el sexo siempre da rating.
Pero luego consideré que son mis 32 años (+ doce meses), una cifra significativa, y no por la cantidad ¿OK? En el calendario hobbit correspondería a la edad en que se accede a la adultez (sorry, como fan de Tolkien tenía que agregar ese dato en alguna parte). Así que preferí dejar de lado los recursos tipo “Morandé con Compañía”.
¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Me seguía cuestionando.
Hasta que decidí dar un paso arriesgado ¡Insólito! me atrevería a decir, dado mi reconocido miedo escénico: salir del anonimato bloguístico y publicar mi foto.
Sí señoras y señores, amigos todos. Redoble de tambores...
¡La primera foto de Remus a rostro descubierto y celebrando su cumpleaños!
¡¿Díganme si Clinique for men no hace milagros?! Si me veo todo un bambino.
Desde hace unos días venía pensando cuál sería la mejor manera de celebrar, bloguísticamente hablando, mis recién cumplidos 32 años (y doce meses).
Una opción era no hacer ninguna referencia al tema y dejar que pasara piola, como muestra de sobriedad y discreción... Pero nah, que fome, es mi cumpleaños y tengo todo el derecho a festejarlo y gritarlo a los cuatro vientos.
Decidido entonces que publicaríamos un post sobre tan magno evento –en una semana repleta de ellos, como he visto y me consta que seguiré viendo en otros blogs-, la nueva inquietud era si lo hacíamos en forma recatada y elegante o con gran bombo (chucha estoy hablando como el Papa: en primera persona plural).
Entonces pensé, “si Julita Astaburuaga, la gran dama del jet set chileno, no le hace asco a celebrar su natalicio con la mayor parafernalia posible ¿Por qué yo no?”
Yap, pongámosle pino al asunto.
Pero ¿Qué hacer?
Una alternativa era publicar un post recopilatorio de mis 32 mejores y/o más impactantes escritos en la red (porque 32 posts antiguos + el nuevo texto = la cifra mágica en este día). Me parecía una solución simpática: así mis antiguos lectores podrían refrescar su memoria y los nuevos visitantes tendrían la oportunidad de conocer, en forma resumida, las tonteras que he escrito en este ya más de un año que llevo en bloguerlandia.
Si bien esta alternativa estuvo a punto de materializarse, perdió fuerza en la recta final (igual, nunca está demás pegarse una repasada a los archivos, hay algunas confesiones bien interesantes por ahí).
Otra opción era redactar un post sabrosón con algunas de las historias que hasta ahora el pudor me ha hecho mantener bajo siete llaves (sí, sí, eso mismo que están pensando los muy cochinones). Después de todo, el sexo siempre da rating.
Pero luego consideré que son mis 32 años (+ doce meses), una cifra significativa, y no por la cantidad ¿OK? En el calendario hobbit correspondería a la edad en que se accede a la adultez (sorry, como fan de Tolkien tenía que agregar ese dato en alguna parte). Así que preferí dejar de lado los recursos tipo “Morandé con Compañía”.
¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Me seguía cuestionando.
Hasta que decidí dar un paso arriesgado ¡Insólito! me atrevería a decir, dado mi reconocido miedo escénico: salir del anonimato bloguístico y publicar mi foto.
Sí señoras y señores, amigos todos. Redoble de tambores...
¡La primera foto de Remus a rostro descubierto y celebrando su cumpleaños!
¡¿Díganme si Clinique for men no hace milagros?! Si me veo todo un bambino.