jueves, junio 29, 2006

Ay el amor, cosa tan rara...

Hace poco más de una semana contacté a una persona por internet con la cual hubo muy buena química, lo que motivó que esa misma noche termináramos hablando largamente por teléfono.
Los llamados se repitieron en los días siguientes, con pequeños saludos matutinos, conversas a la hora de almuerzo y más prolongadas pláticas en la noche... No lo niego, se generaron bastantes expectativas, pues teníamos muchos intereses en común y se dio una confianza poco habitual, por lo menos de mi parte.

Es así como empecé a fantasear un poco con este personaje, con la posibilidad de que podríamos llegar a ser pareja.

Eran fantasías sencillas, que me pintaban una sonrisa en la cara: me imaginaba la posibilidad de abrazarlo y meter mis manos y brazos bajo su camisa, o despertar juntos.

Sé que suena cursi, pero es lo que ahora echo de menos. Porque conseguir sexo es fácil, pero esa otra intimidad sólo se obtiene cuando hay afecto real.

Conscientes que el tema estaba agarrando vuelo y que no era muy sano seguir manteniendo una muy buena “relación de teléfono”, el lunes pasado decidimos juntarnos a comer.

Lo pasé muy bien y el encuentro me permitió confirmar que se trata de un tipo muy valioso. Pero lamentablemente no sentí ningún cosquilleo especial o alguna sensación que me indicara que también había una química física. Fue como juntarme con un buen amigo, y por más que quise encontrar algún indicio de que la persona que se encontraba frente a mí me atraía en una forma más profunda, eso no ocurrió.

Ese día no abordamos el asunto de nuestras impresiones mutuas, sólo quedamos en seguir conversando. Así que medité bastante lo que estaba ocurriendo.
Hasta consideré la posibilidad de tomar el asunto con calma y ver si con más tiempo surgía un sentimiento especial. Pero no me pareció justo, ni para él ni para mí.
Este miércoles hablamos y me preguntó mi opinión franca. Se la dije.

En cierta medida me sentí aliviado, lo que me ratifica que fue la decisión correcta, pero no dejo de pensar que me hubiera gustado que funcionara.

Porque para ser sincero, quiero comprobar de una vez por todas que me puedo enamorar de otro hombre, amar y no sólo sentirme atraído o encandilado.

Me falta vivir ese profundo remezón interno.

Una vez me dijeron que quizá yo era muy exigente o idealista, y que lo que debía hacer era encontrar una pareja que simplemente me gustara y cultivar una relación... En estos días evalué esa posibilidad; pero conformarme con eso no me funciona.

Para enamorarme y comprometerme con otra persona, necesito que se imponga sin cuestionamientos el corazón.

domingo, junio 18, 2006

Fetiche 1: Kilts

Algo tiene esta tradicional falda escocesa que me revoluciona las hormonas y me hace fantasear con el individuo que la viste (siempre que merezca, obvio). Y no es para nada un tema de travestismo, todo lo contrario. Porque para mí el uso del kilt va asociado a virilidad, como Leam Neeson en Rob Roy (todo un macho de sangre celta) o Ewan McGregor en la foto adjunta.
También influye en el atractivo que le encuentro a la falda de tartán, el hecho que al romper los cánones occidentales de vestimenta masculina, inevitablemente me lleva a concentrar una “traviesa” atención en esas zonas anatómicas que protege.

Hay que sumar a ello la ventaja práctica que implica una prenda que permite pasar tan rápidamente a la acción, cuando las pasiones se desatan. Especialmente si se lleva tal como lo dicta la tradición (el que sabe, sabe, jejeje).

Pero para qué estamos con cosas, mi verdadero objeto de fetichismo es que el kilt vaya acompañado de un escocés (o similar) como el que vi una vez en París: un espécimen de 1.80 m, físico de deportista, ojos y cabello oscuros, una mandíbula cuadrada que hacía el marco perfecto para un rostro donde todos los rasgos reflejaban determinación.

El tipo caminaba con indiferencia por esa calle de París, como si se desplazara sobre una pasarela, luciendo una simple tenida de camisa, suéter y kilt.

En ese momento supe que algunas fantasías se podían hacer realidad... Bueno, por lo menos parte de ellas.

Vaso medio lleno

¿Qué es lo bueno del Día del Padre para los que no tenemos motivos para preocuparnos de tan publicitada fecha?
Que se puede aprovechar de renovar el guardarropa con atractivos descuentos.

sábado, junio 17, 2006

Nice day!

¡Yo quiero empezar un sábado así!
Adam & Andy

martes, junio 13, 2006

Martes 13

Hoy no debí levantarme de la cama.
Para empezar el calefont de la casa volvió a dar problemas. Por lo visto, la vuelta de los escolares a clases sumado al nuevo edificio que se construyó cerca, hizo que la presión de agua bajara a esa hora crítica de la mañana. De nada sirvieron mis rezos desesperados mientras abría todas las llaves de agua caliente para ver si así lograba que encendiera el dichoso artefacto.
No hubo caso... Así que obligado a ducharme y lavarme el pelo con agua HE-LA-DI-SI-MA, porque eso sí, prefiero morir de frío que andar sucio.
La demora que me significó lo de la ducha y el desayuno más contundente que tuve que prepararme para salir de la cuasi hipotermia, hicieron que llegara a la estación del metro justo a la hora de mayor congestión.
Mal.
Pasaron uno, dos... cinco trenes, y nuevamente no hubo caso: imposible subir (no tengo vocación de sardina humana).
Después de quince minutos de espera, por fin logré ingresar a un vagón sin correr el riesgo de morir aplastado o asfixiado.
Una vez en la oficina me esperaba mucho trabajo, porque mi jefe renunció y otro colega está fuera del país, por lo que me toca hacer toda la pega.
Para colmo estoy a la espera de que me envíen un material que necesito urgente –era para el viernes pasado- y por el cual todavía me están tramitando. La versión oficial que me vienen repitiendo desde hace más de una semana es que está listo, pero falta el visto bueno final. Sí, claro.
Me juraron que lo envían hoy... Por ahora no puedo hacer más que esperar, encomendarme a distintos santos y doparme con Armonyl para sobrevivir este maldito día.

sábado, junio 10, 2006

Tomorrow

Viernes en la noche, o debería decir madrugada de sábado. Me puse nostálgico y me dio por escuchar eso que en las radios suelen llamar “música del recuerdo”: Brenda Lee, Nancy Sinatra, Jim Croce, Don McLean, Etta James... ese estilo.
No sé, me dejó un tanto bajoneado ver el último capítulo de The West Wing.

Hace como tres temporadas que ya le había perdido un poco el hilo a la serie. Pero pese al alejamiento, no puedo olvidar que fue una de mis grandes pasiones del cable, con historias inteligentes y personajes entrañables, especialmente CJ (Claudia Jean) Cregg.

Puede sonar tonto, pero su término, al igual que el de otras series que en su momento marcaron etapas en mi vida -como fueron La Pequeña Casa en la Pradera, Los Años Maravillosos, Friends- lo siento como la partida casi de amigos... Si hasta lecciones de vida saqué de varios de sus capítulos, porque muchas veces me identifiqué con los temas mostrados.

¿Demasiado tevito? Puede ser, pero la verdad es que cuando una historia me gusta –también me ocurre con los libros-, me involucro y le tomo cariño a los protagonistas.

Pero también reconozco que el fin de una serie como fue ahora el caso de The West Wing me hace pensar en cómo pasa el tiempo... y sigue corriendo cada vez más rápido.
Tal vez la lección ahora es que debo dejar de preocuparme tanto por la ficción y de emocionarme con vidas ajenas, para pasar a ser más protagonista de mi propia vida... antes que también me llegue la cancelación.

lunes, junio 05, 2006

Sobre cierta película, Dios, la ciencia y J.

Con mis hermanos este fin de semana fuimos a ver la película basada en el libro por el cual Dan Brown arderá en el Infierno, pero que en este mundo le ha llenado de cochinos dólares.
La verdad es que la encontré entretenida, nada del otro mundo, pero entretenida (la sumo a mi lista de placeres culpables a confesar, cuando me arme de valor para volver a cumplir con ese sacramento).

Pero no es mi interés hacerle más publicidad gratuita a dicho film (cuyo director también ha condenado su alma, pero de él ya se están encargando unas criaturas peores que el Maligno: los críticos, jejeje)

Mientras regresábamos a casa, con el Mario y la Pao tuvimos una agradable conversación histórico-religiosa, en la cual yo me preocupé de dejarles muy en claro que el relato no era más que ficción, plagado de errores históricos, que la Obra es una institución notable y mal comprendida, y por supuesto, que todos los que participaron en la película optaron por el camino de la perdición eterna.

En eso estábamos cuando mi hermana me pregunta si yo nunca he dudado de la existencia de Dios.

Y ya fuera de bromas (porque la primera parte del post fue en tono de broma, ok?), mi respuesta fue: No.

“¿Ni siquiera cuando te pones a pensar de dónde surgió, qué hubo al principio, antes del Big Bang?”, insistió ella.

“No, tampoco”, afirmé.
Quizá en ese aspecto soy muy sencillo, quizá me compré el cuento... pero para mí Dios existe, y punto. No me lo imagino como un viejito que vive en un mundo de estrellas y nubes de algodón; ni siquiera sé si se trata de una especie de energía vital.

“Soy el que soy” le respondió a Moisés en el Monte Sinaí, y creo que no admite más explicación que ésa. Simplemente es algo que está fuera de nuestro entendimiento, y por lo tanto, es un asunto de Fe.

Sin embargo, la conversa con mi hermana se desvió hacia el rol de la ciencia y si ésta en el fondo no atentaba contra los argumentos de un Dios creador. Yo le expliqué que no compartía ese modo de ver las cosas (hace un tiempo dieron un documental muy interesante en el Discovery, creo, sobre los sacerdotes científicos del Vaticano).

Respecto al valor de la ciencia, mi visión es que si Dios –desde mi punto de vista religioso- nos dotó de inteligencia fue para usarla, para cuestionarnos las cosas y generar conocimiento. Por lo demás, si la inteligencia es un don, el propio Jesús en sus parábolas predicó que tales talentos hay que cultivarlos y multiplicarlos.

No obstante, también le dejé en claro a mi hermana que pese a todos lo avances científicos, no hay certezas sobre el origen del universo, la causa primera. Quizá algún día se llegue a la respuesta, pero hoy no.

Así que en definitiva está en uno creer o no que existe algo más. Y mi opción es creer.

Puedo estar equivocado. Tal vez la Fe es una herramienta psicológica para no admitir que estamos solos, que simplemente somos producto de un maravilloso azar. No lo sé, humildemente acepto que no lo sé.

Pero creo... siento que hay algo más.


Pasando a otro tema más terrenal. El bueno de J. me calzó con una cadena en que hay que describir a cuatro blogueros que uno no conozca en persona (la descripción que hizo de mí fue bastante acertada). A la mayoría de los blogueros que más ubico ya los conozco, y la verdad es que me da un poquito de paja cabecearme por el tema, así que paso.

Pero sí quiero cumplir con dar mi impresión de quién me envió este cacho ;-)

Creo que J. vive una etapa que podríamos describir de tranquilidad, de temas resueltos en cuanto a quién es y la vida que quiere, y eso le agrada. Siento que para él esa estabilidad –que no quiere decir que no existan complicaciones o problemas- es importante, y también la valora en su entorno cercano: su familia, incluido su partner, y sus amigos.

Es una persona en general tranquila, pero que sabe pasarlo bien y lo disfruta (aunque de sus excesos tiene la cautela de no hablar mucho).

Le gusta plantearse metas, se cuestiona las cosas, se fija en detalles que otros pasamos por alto.

Es ordenado (la descripción que ha hecho de su clóset da miedo, jeje).
Me lo figuro preocupado de su imagen, de vestir apropiadamente de acuerdo a la ocasión, pero la moda no es su mayor prioridad.
Ah bueno, y para elegir a Clark Gable como imagen de su blog, este chico tiene que ser un poquito sofisticado en sus gustos.


Yap, me quedó enfermo de largo este post, así que chau pescau.