miércoles, agosto 31, 2005

Maltrato

En la mañana estaba esperando el metro, cerca de mí había una pareja joven; al parecer él discutía con ella. Como buen santiaguino, opté por mirar para otra parte y hacerme el desentendido. De repente escucho un ruido seco y alcanzó a ver como los anteojos de ella se estrellan contra el piso.
No sé qué me pasó, porque yo soy una persona que en general evita las situaciones complicadas, por no decir que soy cobarde de frentón, pero al ver que nadie reaccionaba y el tipo seguía furioso, no lo pensé más y me interpuse entre ambos.
En ese momento yo estaba muy molesto, aparté al tipo y le recriminé lo que había hecho, y luego le dije a ella que se fuera, que no aguantara esa situación.
El seguía mirándola con cara de enojo, mientras me decía con tono de disgusto que no me entrometiera, pero yo no me apartaba. La verdad es que si el tipo la hubiera agarrado conmigo me saca la cresta, fácil, porque yo jamás he peleado; no sabría cómo defenderme ni devolver el golpe. Pero yo también estaba enojado, y no pensaba en eso.
Le insistí a ella que subiera las escaleras y se alejara, que no permitiera que la trataran así, pero permanecía ahí parada y sólo atinó a decirme que tenía que tomar el metro.
Debo confesar que me dio un poco rabia su falta de reacción, es decir, hay que tener una pizca de dignidad. Si el tipo ése era capaz de golpearla en un lugar público como una estación de metro, mejor ni pensar lo que sería capaz de hacer en privado.
La forma como se estaban dando las cosas me descolocó, así que lentamente ellos se empezaron a alejar unos metros. Yo estaba confundido, y empezaba a darme cuenta también lo que había hecho; pero de todas maneras seguía atento.
Ahí ya me bajó la típica reacción que me viene tras un momento de fuerte enojo, me sentí agitado y me comenzó a temblar todo el cuerpo. Además, no podía entender que ella siguiera junto a él, absolutamente sometida.
Llegó el metro y sólo atiné a subirme, como autómata; ellos se quedaron en la estación. Ya más calmado me puse a pensar que pude haber hecho algo más útil por ayudarla; haber subido a buscar un guardia, por ejemplo. Y también me di cuenta que ninguna de las otras personas que vieron como él la maltrató, hizo algo. Sólo se quedaron mirando.

martes, agosto 30, 2005

Ironic

A veces en mi trabajo son bien desconsiderados; el lunes en la tarde me dijeron que tenía que dejar todo listo esta semana, porque la próxima debo ir a una convención, en Cancún.
¿Qué lata, no?

Ni le preguntan a uno si tiene otros planes más interesantes que irse por cinco días, con todos los gastos pagados y viático, a un hotel en la rivera maya. Además, las conferencias sólo duran tres días ¿qué voy a hacer las otras dos jornadas disponibles o en el tiempo que me quede libre después de las 17.30 hrs? Supongo que podré tomar un tour a Chichen Itza o a Tulum, para darle algo de barniz cultural al viaje. Y en el resto del tiempo, bueno, como voy a estar a sólo metros del mar, no me quedará más remedio que bajar a la playa de arena blanca, por último para decir que metí las patitas en las aguas del Caribe, tan distintas a nuestro querido mar chileno.

Creo que ya había dicho que la playa a mí no me mata, pero son los sacrificios que uno tiene que hacer por el trabajo.

Y eso me recuerda que voy a tener que ir el fin de semana a comprar un traje de baño, porque el que tengo, ya tiene como cinco años, aunque casi no lo he usado. O sea, puros cachos. Además, fijo que a los que organizan el evento se les ocurre hacer alguna fiesta en la piscina con bar del hotel.

Para que se hagan una idea y entiendan mi desolación, pueden ir a este link
y ver el sitio en el cual voy a tener que soportar estos cinco días alejado de las comodidades de mi hogar.
Por cierto, el viaje tampoco me sale gratis, porque hoy tuve que gastar casi $40.000 en renovar mi pasaporte, y estoy seguro que me cagaron con la foto. Súmenle a eso los recuerdos que deberé traer para mi familia y compañeros de trabajo, de sólo pensarlo ya me estreso.

Pero hay que ser positivo, de seguro que hay cosas peores que pasar cinco días en un supuesto paraíso turístico, alojado gratis en un hotel cinco estrellas, con la única obligación de escuchar a unos conferencistas lateros.

Así es la pega, y bueno, a veces hay que bajar el moño no más.

Andar bajoneado

Como todo el mundo, a veces me bajoneo y veo todo gris, son los típicos periodos en los que me pongo a pensar por qué las cosas son de tal modo, por qué mi vida no pudo ser de otra manera. De hecho, hace dos años pasé por una etapa de desmotivación fuerte. No estoy hablando de un estado depresivo, sino más bien de una sensación de desánimo, de empantanamiento.
Sin embargo, si soy objetivo, no tengo reales argumentos para sentirme así. Por el contrario.

Tal vez no se han cumplido del todo los sueños que tenía en mi infancia, de vivir en una gran casa con una familia perfecta; o ser un profesional exitoso radicado en París u otras fantasías por el estilo. Sin embargo, tengo una familia y amigos que me quieren; un buen trabajo que me permite vivir con relativa comodidad, sin lujos, pero permitiéndome ciertos gustos; he podido viajar y conocer otros países; disfruto de buena salud...

Mirando hacia atrás, tampoco puedo lamentar lo que ha sido mi vida. Nunca me faltó ni comida ni afecto; siempre fui regaloneado (quizá en exceso); estudié en buenos colegios e ingresé a una universidad tradicional y ni siquiera tuve que pagar mi carrera; jamás me ha faltado trabajo... En el plano amoroso, bueno, la cosa ahí sí anda medio coja :)

Y sin embargo, igual a veces me quedo mirando un punto lejano, mientras chapoteo en autocompasión.

Por supuesto, cuando mi familia u otras personas me señalan que no tengo motivos para quejarme, me da más rabia; qué saben ellos, me digo, y mentalmente los mando a la punta del cerro. Porque a fin de cuentas uno tiene todo el derecho a andar con la cara larga.

Pero estoy consciente que muchas veces caer en eso es la salida más fácil (siempre que no haya detrás un problema sicológico, obvio), y sirve de excusa para no tomar decisiones que rompan esa inercia.

Cuando leo en los blogs confesiones de personas que de verdad han enfrentado o enfrentan situaciones difíciles, pero son capaces de salir adelante, pues, no puedo evitar sentirme un weon cómodo.

Ok, tampoco pretendo restarme méritos. Yo también he tenido mi cuota de dificultades en la vida, y cuando he tenido que enfrentar esos imprevistos (principalmente por responsabilidades familiares), no dramatizo el tema frente a los demás, me los echo al hombro y seguimos avanzando.

Sin embargo hacer eso es más fácil cuando uno cuenta con apoyos básicos: como son tener salud, y sobre todo, contar con el amor de tu familia. Porque cuando en un hogar se siente que hay cariño, las personas que ahí se forman pueden salir con muchos defectos, pero lo más probable es que trasmitan buenos sentimientos (aunque también se manden sus embarradas).

Por el contrario, experimentar la carencia de afecto familiar, y aun así luchar por ser feliz, sin andar por el mundo desparramando amargura o cayendo en la apatía, me parece que tiene mayor mérito.

En fin, a veces me bajoneo, a veces veo todo gris; es parte de nuestra naturaleza humana. Sé que experimentar eso es normal, pero que también debo poner más de mi parte para arreglar algunas cosas. Asimismo, estoy consciente que he tenido la fortuna de gozar de una vida en muchos aspectos privilegiada, y nunca debo olvidar eso.

viernes, agosto 26, 2005

Momento mágico

Uno de mis lugares favoritos son las dunas de Concon. En verano solemos ir con mi familia a pasar unos días a ese sector de la costa, y cuando ya se acerca la hora del atardecer parto hacia las dunas. Subo hasta el punto más alto de los cerros de arena y me instalo justo en el límite que divide la pendiente que cae hacia el mar de la que desciende hacia los nuevos barrios que están urbanizando esa zona, que antes eran pastizales y bosques.
Me quedo sentado mirando la bahía de Valparaíso o los lejanos cerros al otro lado del río Aconcagua. Estoy ahí, sintiendo la brisa que llega cada vez más fresca desde el océano.
A veces llevo un CD de Loreena Mckennitt, en otras oportunidades simplemente escucho con atención los sonidos del lugar. Y si uno pone la cabeza en determinado ángulo, sólo se percibe el silbido del viento.
Así, con una grata sensación de frío, espero. Hasta que lentamente, a medida que el sol se acerca a la línea del horizonte, justo enfrente de mí, ocurre lo que tanto ansiaba: en el mar se empieza a formar un camino de resplandeciente dorado.
Es un momento mágico, un momento perfecto.
No hay preocupaciones, ni penas, ni dudas, pero tampoco una alegría desbordante... la sensación que me inunda es de tranquilidad.
Sólo dura unos minutos, pero son suficientes. Además, si ese instante se extendiera demasiado, perdería su significado, lo que lo hace especial.
Entonces, rápidamente todo se va tornando más gris, el mar retoma un color azul metálico y el sol desaparece en las lejanas nubes que recortan el horizonte.
Es hora de volver a casa, a disfrutar de una anhelada comida caliente.

miércoles, agosto 24, 2005

Noche de gala

Jojojo, cuevazo... me acaban de invitar para ir mañana al Municipal a ver Cosi fan tutte. Y a platea ¿Cómo les quedó el ojo? Ya estaba resignado a perderme esta ópera, porque con el cumpleaños de señora madre quedé desfinanciado, cuando me cae de regalo una entrada de $85.000, nada menos.
Ven que si uno es buen niño y reza todas las noches, Dios le manda a uno su recompensa. No será la media costilla que le vengo pidiendo desde hace un tiempo, pero está bastante bien como premio de consuelo.

Así que mañana parto al trabajo bien elegante y perfumado con unas gotitas de Pour Monsieur de Chanel, para departir en la tarde con el ABC1 criollo, jejeje.

Por lo visto, Voiki, este jueves no me voy a tener que preocupar por lo que den en el cable.

PD: A propósito del cable, hoy en el canal MGM estaban repitiendo Return to me ¡Pucha que me gusta esa película! Minnie Driver y David Duchovny hacen una pareja tan bonita.

domingo, agosto 21, 2005

Perdido

Y ahora que finalizó la temporada de Lost... ¡¿Qué voy a ver?!

Cuestión de Fe

Este fin de semana me habría gustado estar en Colonia, Alemania, participando a las Jornadas Mundiales de la Juventud. Lo reconozco, soy de los que se quedan pegados viendo las ceremonias que transmite canal 13 o el canal EWTN.
Es que hay algo en esos encuentros con católicos de todo el mundo que siempre despierta mi lado más religioso. Puede que para muchos sea algo indiferente o un simple show masivo sin real trascendencia, pero a mí de verdad me emociona ver ese mar de gente de distintas nacionalidades, razas y costumbres, reunidos por un mismo motivo. En cierto sentido me hace sentir parte de una familia enorme y entender el verdadero significado de ser “católico”: universal.

Así lo sentí también el año 2000, cuando por motivo del jubileo aproveché de viajar a Italia. Ese país es espectacular en todo sentido, pero parte de mis recuerdos más inolvidables son del Vaticano y Asís. Sin duda la basílica de San Pedro es impresionante e incluso, hasta excesiva en su boato, pero lo que me gustó fue verme rodeado de familias africanas, jóvenes latinoamericanos y europeos, religiosos norteamericanos, devotos polacos, en fin, un grupo de gente absolutamente disímil, pero que estaban ahí por el mismo motivo que yo. No como simples turistas, sino con una actitud distinta; una alegría más íntima, que francamente no la sabría cómo describir acá sin parecer torpe.

A Asís tuve la suerte de llegar cuando oscurecía, por lo que pude recorrer sus calles vacías y tranquilas; sin comercio, ni buses de japoneses. Ahí a pesar de ser día de semana participé en una misa, rodeado por los religiosos que viven en los conventos del pueblo, y no puedo negar que en ese momento me dieron ganas de quedarme en ese lugar y sumarme a ellos. Es una idea que ha rondado mi cabeza en otras oportunidades, pero no creo que sea una opción. Por lo menos mientras no ordene los asuntos pendientes de mi vida. Optar por una vida religiosa es una decisión importante, y no considero que sea justo abrazar esa alternativa si ello puede estar influido en cierta medida por un afán de evasión de otras preocupaciones.

Sé que todo esto puede sonar muy “beato”, pero bueno, éste es mi blog, y escribo sobre lo que siento. Tampoco quiero dármelas de santurrón o moralista. Estoy perfectamente consciente de que soy un individuo lleno de fallas; que muchas veces soy inconsecuente; que me digo católico, pero no voy a misa todos los domingo; que me quedo pegado viendo una homilía del Papa (brillantes sus discursos en este encuentro, tanto el de la vigilia como el de este domingo), pero hago bien poco por ayudar a otras personas. En fin, soy un tipo común y corriente, con algunas virtudes y varios defectos, pero con vocación de creyente.

Cuando uno participa en la catequesis o en la misa, suelen decir que hay personas a las que la fe se les ha dado como un regalo, simplemente es algo que forma parte de su persona, sin mayores cuestionamientos; supongo que ése es un poco mi caso.

Jamás he sufrido de crisis religiosas, ni me he rebelado; no soy de los que se preguntan “sí Dios existe, por qué permite tanto mal en el mundo” u otras cosas por el estilo. No me nace.

Si algún día llegara a ocurrir algo así creo que me transformaría en alguien muy distinto, probablemente cínico, pesimista (no generalizo, hablo sólo de mí); porque el sentirme católico y aceptar los valores que ello implica está muy arraigado con lo que es mi personalidad. No se podría eliminar esa parte sin perder también otros rasgos, que sinceramente, creo que son los mejores que tengo. Mi cable a tierra, para graficarlo de algún modo.

Todo esto no quiere decir que sea ciego ante las faltas de algunos miembros de la iglesia, o que no tenga posturas críticas frente a varias de sus doctrinas. Sólo que si lo pongo en perspectiva, yo prefiero ver el vaso medio lleno. Bastante más que medio lleno, en realidad. Considero que las cosas buenas son mucho mayores que las malas.

Otras personas piensan radicalmente distinto y están en su derecho, pero reconozco que cuando me salen con argumentos del tipo: “como hay casos de curas pedófilos o abusadores, toda la Iglesia es corrupta”, lo considero un juicio tan pobre, como el de aquellos que recurren a citar los excesos cometidos por algunos gay, para condenar a todos los que tenemos esa inclinación.

Y respecto a este tema. Admito que compaginar ambas realidades me complicó y me complica un poco... Digamos simplemente que es uno de los puntos en los que me permito disentir del dogma. Después de todo, yo soy un simple ser humano; me tengo que permitir cierto grado de flexibilidad para no terminar quebrado; lo importante es que las raíces están bien firmes.

miércoles, agosto 17, 2005

¡Bellissima!


Por fin terminé con la sobrecarga de trabajo y puedo relajarme un poco. El cable me tenía un buen regalo para disfrutar de mi recuperado tiempo de ocio: la película “Bajo el sol de Toscana”.
Una escritora norteamericana (linda, culta, esposa ideal) recién divorciada decide viajar a la península a olvidar las penas, y en esa búsqueda de un nuevo comienzo, no encuentra nada mejor que comprar una abandonada y maltrecha casa en la campiña, la que gracias al trabajo arduo de la cada vez más italianizada protagonista (que para más remate resulta ser excelente cocinera), un grupo de inmigrantes polacos y los nuevos amigos del pueblo, retoma todo su antiguo esplendor palaciego. Por supuesto, tampoco podía faltar el idilio con el apuesto (y mucho) galán italiano.

En síntesis, una oda a la estereotipada visión hollywoodense de la vida italiana.

Pero qué importa eso, si a cambio puedo disfrutar de casi dos horas del hermoso paisaje de Toscana, de una historia simple que lo único que pretende es entregar buena vibra, y más encima protagonizada por la exquisita Diane Lane (de la cual me enamoré de chico cuando la vi en "Un pequeño romance").

Ideal para recuperarse del agotamiento generado por el exceso de trabajo.

miércoles, agosto 10, 2005

Cuestionamiento

No fumo, casi no bebo alcohol, jamás he consumido o probado drogas (y tampoco me interesa hacerlo), no tengo ritmo para bailar, soy católico, rezo, me gusta escuchar música clásica, no digo garabatos, prefiero el té al café, me aburro en las fiestas con mucha gente que no conozco, me gusta vestir pantalones de cotelé, camisas escocesas y sweater con rombos, soy mejor oyente que conversador, soy paciente, soy introvertido, soy responsable, no me agradan los lugares muy bulliciosos, no tengo idea qué canciones están de moda, me suelo quedar pegado viendo los documentales del Discovery sobre insectos y la vida salvaje, me encantaría tener una bufanda de Ravenclaw (una de las casas de Hogwarts), respeto las normas, nunca hice la cimarra, soy malo para discutir, soy fanático del grupo Mazapán, prefiero la playa en invierno, me gusta el frío, no soporto comenzar el día sin bañarme, detesto la Coca Cola Light, no hay buena reunión sin comida rica, soy sedentario, soy desgarbado, tengo mañas de viejo...
Así soy y me agrada. Aunque igual a veces no puedo evitar preguntarme ¿Seré muy fome?

domingo, agosto 07, 2005

Una buena amistad y una sorpresa

Este fin de semana fue bastante bueno, creo que di un pequeño gran paso en mi proceso de aceptación y afiancé una valiosa amistad, aunque también me llevé un ligero susto.
Ocurrió así. Conversaba por messenger con un amigo, cuando de repente propuso que fuéramos al cine. Un panorama de lo más normal, si no fuera por el hecho que nunca nos habíamos visto en persona, ya que nos conocimos hace casi un año a través de un sitio gay de internet.

Lo cierto es que la invitación me descolocó en un principio, en parte por mi natural reticencia a abandonar la seguridad que permite la red, pero también por otro temor más importante. Me explico: es agradable tener un amigo con el cual puedes conversar con franqueza de todos los temas, incluidos aquellos referidos a tus inquietudes gay, y más para mí, que en general soy lento para establecer lazos de confianza; por lo tanto, no podía evitar preguntarme ¿y si esa amistad virtual no pasa la valla de la conversación frente a frente?

Arriesgarme a que algo resultara mal en este encuentro me complicaba. Desde esa perspectiva, la alternativa más segura habría sido optar por el status quo, e inventar una excusa.

Pero cómo ya he dicho en otros posts, quiero dejar de vivir a medias, y para vencer eso hay que enfrentar los miedos tontos. Así que acepté.

El resultado fue que nos juntamos para ver la película y después fuimos a conversar y comer algo a un pub. Por mi parte puedo decir que fue una jornada de lo más agradable; hablamos de distintos temas, nos reímos, pero lo más importante, compartimos como amigos reales, en persona, no escudados en el anonimato de la red.

Para algunos podrá parecer poca cosa, o incluso una tontera, pero para mí fue un paso enorme y me dejó muy contento.

Además, me permitió ratificar la impresión que tenía de él, en orden a que se trata de un gran sujeto (jeje, le tengo que echar flores, porque puede que lea este post ;-))
El “imprevisto” de la jornada (GP, si estás leyendo esto, detente aquí) fue que justo cuando estábamos en la fila para comprar las entradas al cine, alguien me golpea suavemente la espalda: ¡Sorpresa! ¡Era una de mis mejores amigas! Jajaja, ahí estaba yo tratando de reaccionar lo más relajado posible, presentando a mi amigo (al cual recién conocía en vivo y en directo hace cinco minutos), y esforzándome por platicar como si nada. No tengo idea si logré ser natural o si me puse rojo; sí creo que me mostré un tanto acelerado. Sin embargo, si esto hubiera ocurrido un año atrás, ahí mismo me da un síncope, jajajaja.
Ahora me acuerdo y me río; eso me alegra también, porque me parece que es la reacción más sana. Por supuesto, mi amigo disfrutó de lo lindo con el pequeño impasse que viví. Después maliciosamente me preguntó qué habría pasado si mi amiga y su marido hubiesen entrado a ver la misma película que nosotros; pues les puedo confesar que el pobre Remusito estaría a esta hora recuperándose de un ataque de pánico, jajajaja.

Fuera de bromas, mis sinceros agradecimientos a un muy buen amigo: Dixleso.

PD: GP, si lees este mensaje ojalá te haga meditar y te plantees algún día la posibilidad de salir de tu encierro.

sábado, agosto 06, 2005

Hiroshima mon amour

Hoy se conmemoran 60 años de la bomba atómica que destruyó Hiroshima. Por esos hechos afortunados que a veces se dan en la vida, tuve la suerte de conocer esa ciudad hace unos años. Visité el museo que recuerda el horror que sufrieron sus habitantes, asistí a un encuentro con uno de los sobrevivientes y oré ante el monumento por la paz.
Pero lo que más me marcó de mi estadía en esa ciudad, fueron los Fujimitsu y sus amigos, las personas con las cuales pude compartir un fin de semana.

Yo había sido invitado a conocer Japón junto a un grupo de otros profesionales latinoamericanos. Fueron dos semanas llenas de las más variadas actividades, recorriendo desde Tokio hasta Fukuoka, en la sureña isla de Kyushu. Conocimos templos y museos, viajamos a más de 300 km/hr en el Shinkansen o tren bala, visitamos entidades gubernamentales, universidades, industrias y centros de alta tecnología... Pero el programa en Hiroshima era especial, porque ahí estaba previsto que cada uno de los miembros de la delegación compartiera con una familia japonesa durante dos días. Ese panorama nos tenía a todos un poco nerviosos, pero al final fue la mejor de las experiencias.

Tras una mañana dedicada a recorrer el museo y el sitio que recuerda a las víctimas, debíamos volver al hotel para conocer a cada uno de nuestros anfitriones. Ya nos estaban esperando, y durante unos minutos fuimos dos grupos que nos observábamos con curiosidad, pero sin mezclarnos, salvo por los niños que jugaban sin preocuparse por todo el lobby. ¡Vaya que son alegres los peques japoneses!

Hasta que llegó el momento en que nuestras guías empezaron a juntar a las familias con el miembro de la delegación que le correspondía. En mi caso fue Akio, una joven y simpática mamá, y Ryouta, su hijo de 3 años, un chico vivaz, pintado para ser rostro de cualquier campaña promocional de Japón.

Algo tímidos, nos saludamos en una mezcla de pobre inglés y muchos gestos. Comenzaba mi aventura con los Fujimitsu. El tercer miembro de esta familia era Miki, el esposo de Akio y que trabajaba para la administración pública. Como la mayoría de los jóvenes matrimonios nipones, vivían en la casa de los padres de Akio, un hogar que pese a lo pequeño en comparación a las casas en Chile, se notaba de familia acomodada y tradicional. Akio y Miki ocupaban el segundo piso, donde tenían su propio espacio independiente.

Esa tarde recorrimos un poco la ciudad que es bastante bonita, rodeada de suaves cerros y mucho verde, y visitamos el monumento a
Sadako Sasaki. Quizá han oído esta historia, es una joven que por los años ’50 enfermó de leucemia –se supone que como consecuencia de la bomba atómica, que dejó su huella en los habitantes de esa ciudad por muchos años-, en cama en el hospital se abocó a cumplir una tradición japonesa que dice que el enfermo que lograr hacer mil grullas de papel, se recupera, sin embargo no tuvo el tiempo suficiente. Hoy el sitio que la recuerda está repleto de una infinidad de grullas de colores, provenientes de todo el país.
Las actividades del sábado continuaron con una cena que me ofrecieron los amigos de Akio, miembros de un grupo dedicado a aprender idiomas y culturas de otros países, aunque la mayoría apenas se manejaba con el inglés. Pero eso importó bien poco.

Yo suelo ser bastante tímido y poco sociable cuando estoy con desconocidos, pero con este grupo de japoneses lo pasé mejor que nunca. Reímos, compartimos historias contadas entre una mezcla de inglés, dibujos y gestos; como no tengo problemas de diente me serví todo lo que me ponían por delante, que por lo demás era bastante rico (y eso les encantó, porque despreciar su comida habría sido una ofensa), me preocupé de sorber fuerte el té y otros líquidos (lo que refleja que uno lo bebe con agrado), cantamos, nos sacamos fotos. En fin, fue una fiesta de lo más entretenida. Le verdad es que los japoneses son bien agradables, y si uno también es amable y educado, te acogen como uno más. Es decir, caí parado en ese país.

El sábado finalizó con la visita a un pequeño festival que había en un barrio cercano, donde me bendijo un sacerdote y vi una especie de teatro callejero, aunque bastante más producido, con mucho juego de máscaras y música, y rodeado de un público bullicioso que reaccionaba ante cada giro de la historia.

Tras un cómodo reposo en una de esas camas/esterillas, la jornada del domingo comprendió una visita a la isla de
Miyajima y su espectacular santuario, el cual reposa sobre el Mar Interior durante la marea alta. Nuevamente nos acompañaron los amigos de la noche anterior; al parecer les caí simpático.
Ni la suave llovizna empañó lo bien que lo pasé ese día, visitando uno de los lugares más hermosos de Japón en compañía de un grupo de cada vez más alegre y familiar.

La visita a Hiroshima terminó esa tarde, cuando nuestras familias anfitrionas nos fueron a dejar a la estación del tren, para continuar nuestro recorrido.

Otra vez reunidos los miembros de la delegación empezamos a conversar sobre las experiencias que nos había tocado vivir: unos compartieron una noche de ronda de sake y ron con el jefe de hogar (menos mal que no me pasó a mí); a otra le tocó hacer de niñera de una tribu de pequeños ojitos rasgados, otros visitaron los tradicionales baños.

Yo compartí con gente maravillosa, que se aparecieron nuevamente en la estación para entregarme una serie de pequeños regalos, como té verde, galletas de arroz, recuerdos de la ciudad...

Los Fujimitsu y sus amigos me acompañaron en el andén hasta que el tren partió. Soy el único de la delegación que puede contar eso.

miércoles, agosto 03, 2005

Sobre el aceptarse gay

El amigo Great Pretender planteó en su blog una serie de consultas respecto al tema de aceptarse gay y si es posible, mediante un acto de voluntad, adoptar y finalmente asumir una vida hétero.
El tema me parece interesante, pero en vista que exponer mis impresiones al respecto en un simple comentario habría sido demasiado restringido, opté por ser latero y desarrollarlo acá.

Trataré que las respuestas sean lo más francas posibles, y por lo mismo debo enfatizar que corresponden a mi sentir. No es mi intención dictar cátedra, ni dar recetas, porque por lo demás, tampoco es un tema que yo tenga del todo resuelto.

Comencemos entonces:


1.¿Qué opinión tienen sobre la posibilidad de convertirse a hétero?

Mi primera inquietud respecto a este punto es qué debemos entender por “convertirse en hétero”. Porque mantener una fachada no es ser hétero, simplemente es actuar.

Como la diferencia básica entre una persona homosexual y otra heterosexual es que la primera siente una atracción sexual y/o afectiva por individuos de su mismo sexo, entonces la pregunta a responder sería si es posible modificar esa situación. Es decir, lograr que en el caso de un hombre gay, éste olvide su interés por otros hombres y se sienta atraído por mujeres.

Francamente, lo considero imposible. Aceptar eso sería como suponer que tenemos un switch interno que se puede modificar a voluntad.

Como yo lo entiendo, la única forma de lograr algo parecido, sería mediante un proceso casi de adoctrinamiento: rechazar o más bien relegar los sentimientos que uno tiene, para regirse por otro patrón de conducta externo. Es decir, negarse a uno mismo.

Sin embargo, más que un proceso de “conversión”, esto sería un “autoconvencimiento” (si es que es voluntario), lo cual de todas maneras supone que los sentimientos de uno van a seguir presentes, pero reprimidos, desterrados a la fuerza. Eso tarde o temprano revienta de alguna forma.

Además, el argumento de fondo implícito en esa idea es que ser gay es malo, y eso simplemente es un juicio de valor impuesto socialmente.


2.¿La consideraron alguna vez para Uds. mismos?

Sí. He vivido por muchos años tratando de negar mi atracción por los hombres, y no ha resultado.

Enfrentar esto no es un tema fácil y cada uno lo vive de forma distinta.

Siendo sincero, la única vez que estuve enamorado de alguien fue de una mujer, pero esa historia no resultó. Ponerme a fantasear ahora sobre qué habría ocurrido si esa relación se hubiera dado no le veo mucho sentido. Pero la verdad es que eso fue más que nada un enamoramiento, porque nunca tuvo la posibilidad de desarrollarse, y los enamoramientos son como los cuentos de hadas, se idealizan. No niego que a veces eso me ha llevado pensar que si conociera a una mujer especial... bueno, supongo que al final uno siempre se enamora de personas concretas, más allá de que sea un hombre o una mujer.

Pero el hecho indiscutible es que si estoy en lugar público, los que llaman mi atención son los hombres; mis fantasías, son con hombres. El problema es que nunca he dejado que eso vaya más allá (aunque sí he tenido sexo). He evitado cualquier situación que signifique la posibilidad de que surja una relación afectiva, porque el día que eso ocurra no va haber vuelta atrás, como dice el dicho “va a ser cuando queme las naves”.

Y ya sea por miedo, por vergüenza, por timidez, etc. no me sentía listo para dar ese paso.

Porque hay que reconocer que muchas veces uno se reprime por el temor al qué dirán: “Remusito tan buen niño, y resulta que es maricón”. ¡Una tontera! Qué se saca con eso, sólo ser una persona frustrada, simplemente por lo que puedan pensar otros.

Yo seré un tipo enrollado y con su buen número de trancas, pero no soy tonto y me quiero bastante. Sé que si deseo ser feliz o por lo menos intentarlo, tengo que tomar las riendas del asunto y vencer los miedos. Y puede que sea lento en reaccionar, pero no estoy estático...

Si al final de cuentas, yo no busco nada muy distinto a lo que soy ahora; quiero seguir siendo el mismo tipo tranquilo, medio fomeque, buen amigo, medio weón a veces... pero no un tipo solitario por miedo a vivir tal cual uno es.


3.¿Qué opinan de quienes intentan ese camino (de convertirse en hétero)?

Que en el fondo lo hacen (hacemos) porque creen que así van a ser aceptados. El temor al rechazo, a ser un paria, es algo muy fuerte en el ser humano.


4.¿No creen acaso que es un camino válido también?

Puede ser, pero también implica conformarse, ceder (y a título personal, autoengañarse). No digo que al aceptarse gay las cosas van cambiar, y por arte de magia uno va a ser feliz. Sostener eso sería ser ingenuo o mentiroso.

Pero si una persona está dispuesta a hacer el sacrificio de renegar de lo que uno siente ¿no sería mejor destinar esa misma energía a encarar las dificultades y vivir plenamente como a uno le nace? Y si yo no le hecho hasta ahora, repito, es más que nada por miedo.


5.¿Sienten que la posibilidad de conversión es una amenaza para la opción que Uds. siguieron?

Supongo que no, cada uno es libre de vivir su vida como quiera, mientras no dañe a los demás. Pero más importante, mientras no se dañe uno mismo


6.¿Conocen a otras personas que estén intentando este camino?

De seguro deben ser millones, pero yo preferiría seguir mi propio camino. Ya me estoy cansando de vivir en base a lo que opinen o hagan otros.

martes, agosto 02, 2005

Bajo el signo del buey


Según la información que aparece en mi perfil, por año de nacimiento estoy regido en el horóscopo chino por el Buey. No creo mucho estas cosas (ser supersticioso trae mala suerte), pero no deja de ser interesante ver cuán acertada resulta la descripción. Así que copio acá lo que salía en un sitio web. Los comentarios entre paréntesis son mis acotaciones:

“El signo del Buey o Búfalo representa la prosperidad, alcanzada a través de la fortaleza y el trabajo
(ojalá). Una persona nacida bajo este signo será digna de confianza, tranquila y metódica. Trabajador paciente y esforzado, el Buey es rutinario, sabe escuchar y es muy difícil hacerle cambiar de opinión, porque es obstinado y con prejuicios (sorry, nadie es perfecto). Pese a ser muy introvertidos, su férrea naturaleza puede convertirles en excelentes oradores cuando la ocasión se presenta. Suele moverse bajo esquemas fijos y respeta la tradición. Es absolutamente digno de confianza (obvio, soy buey, no vaca). Se entregará de todo corazón a la tarea que esté haciendo, y no dejará nada por hacer (pero a veces también se me echa la yegua).
En las cosas del corazón, el Buey puede ser muy ingenuo. No puede llegar a valerse de estrategias de seducción para ganar una causa romántica
(hmm, eso explicaría muchas cosas). No se puede esperar de él poesías ni serenatas. Incluso es probable que sus regalos sean objetos sencillos y sin pretensiones (todo lo contrario, me doy el trabajo de buscar regalos especiales).
Como además son muy tradicionales
(casi reaccionario a veces), serán proclives a noviazgos largos, porque necesitan tiempo para llegar a una relación de suficiente intimidad. Son lentos para reaccionar y revelar sus verdaderos sentimientos (uff, tortuga más que buey). El hombre de este signo puede ser un verdadero caballero pero es capaz de convertirse en un torpe jovenzuelo a quien se le traba la lengua cuando se trata de conquistar a una chica (o chico).
Son muchas las cosas maravillosas que vienen envueltas en un papel marrón y sin gracia, y una de ellas es el Buey. Ni se te ocurra despreciarlo por la envoltura porque seguramente vale su peso en oro
(y conste que ando por los 76 kls).
El Buey alimenta durante mucho tiempo sus resentimientos. Su memoria es capaz de registrar hasta el último detalle de una ofensa por demasiado tiempo
(tomen nota de eso, porque es la pura verdad). Jamás se perdonaría el no demostrar su gratitud de manera tangible. No saldrán de él grandes palabras de agradecimiento. Considera que hay que hacerlo con las acciones más que con las palabras (yep).
Ten cuidado con la paciencia del Buey, porque cuando una persona de este signo pierde los estribos, no pasa inadvertida. No habrá manera de razonar con él
(una vez me eché una puerta cerrada con llave por ir a aclarar ciertos asuntos con una persona, pero jamás he golpeado a alguien). Pero en general, es muy raro que llegue a tal agresividad (sólo dos veces en la vida me he enfurecido). Tiene un enfoque materialista de la vida y aunque suele tener exagerado afecto por su familia, también les exige mucho.
En su peor forma, el Buey es de mentalidad estrecha
(¡Hey!). Con ninguna consideración por los demás (¡¿Perdón?!). Sin embargo, se le respeta y quiere por su sinceridad, su falta de pretensiones y la firmeza de sus principios (bueh, ahí mejoró un poco).
Como jefe de familia, no tolerará ninguna rebelión juvenil
(soy dictatorial con mis hermanos chicos, pero pal caso que me hacen). Su vida está construida en torno a su hogar y su trabajo, y preferirá siempre las inversiones estables y a largo plazo. Como es una persona de hábitos conservadores, la poca seguridad le desalienta (guilty, guilty, guilty).

Resultado final: diría que le achuntó en un 90%.