Confesión
Me bajó el pudor. Este lunes en la oficina, sin posibilidad alguna de acceder al blog, recordaba lo escrito y me venía la vergüenza. No tanto por lo revelado, ya que si bien puede ser subido de tono, considero que no cae en lo ordinario o vulgar. No, no va tanto por ahí el asunto. Lo que me cuestiono son los reales motivos de escribirlo. ¿Era necesario? susurraba insistente una vocecita interior. Al comienzo fue simpático redactar el post, lo admito; sacudir la imagen que quizá se tiene de uno. Pero eso ya lo había hecho antes, con posts más sinceros, porque nacieron de lo que sentía en el momento, no de un compromiso asumido. Además, seamos francos, todo esto tiene su cuota de marqueteo (bien lo debe intuir el Sr. J.). Pero bueno, la idea de los blogs es ser leído ¿no? Igual, como atenuante, señalemos que hay un poco de juego cómplice con ustedes, lectores habituales. Una humorada en la que los invité a participar. Mi “pequeña gigante”, podría decirse, desafiando lo establecido, en la búsqueda de llamar la atención y generar reacciones. No obstante, no estoy del todo conforme. Pero lo hecho, hecho está… Al respetable, sólo me resta agradecer su buena onda y participación. Esta performance ha terminado, pero el espectáculo continúa.