miércoles, noviembre 30, 2005

Numerología

El otro día de puro ocioso, y buscando un poquito de adrenalina, volví a un viejo hábito, y así como quién no quiere la cosa, me fui a Google y escribí: chat gay. De ahí vino la historia ya conocida: hola, hola; que tal; de dónde; edad; en qué andas; conociendo; vitrineando, y tú; arriba; abajo, bien... bla bla bla; suerte; cerrar ventana.
En eso estaba, cuando empecé a conversar con un tipo agradable. Ya del tercer intercambio de mensajes, el diálogo se alejó del estereotipo citado más arriba. Nos empezamos a reír un poco de la situación y entre bromas y preguntas más en serio, fuimos enganchando. El humor es siempre bienvenido, y también un indicador que la persona que tenemos al otro lado amerita que le dediquemos unos minutos.

Así, de las típicas generalidades fuimos avanzando a temas más íntimos, lo que llevó a dejar el chat y seguir la conversa por msn.
En eso llevábamos un buen rato, él me había contado sus penas de amor, y yo mi complejo proceso de aceptación, todo ello enmarcado en el juego de indirectas y provocaciones mutuas que son parte de estas conversas.
De pronto me preguntó mi fecha de nacimiento; le gusta la astrología y quería verme los números. Bueno, no sé si quería verme otra cosa ;) pero en ese momento sólo me pidió mi día de nacimiento.

“Eres una persona triste y sola”, me dijo. Y ahí me quedé leyendo esa frase, con mis ojitos cafés abiertos por la impresión y con un gesto de incredulidad y sorpresa pintado en la cara, como diciendo ¡¿What?!

O sea, qué cosa peor me podría haber dicho; la numerología augura que voy camino a ser un amargado. ¡Joder! Cochinos números.

Y luego me preguntó “¿qué pasó en 1983?” Hice memoria, pero no recordaba nada particularmente dramático ese año. El me respondió en un tono como afirmando “Ok, si no quieres hablar de eso, no insistiré”. Pero de verdad no le veía ningún significado a esa fecha.
Seguimos conversando, pero mi mente no se apartaba de 1983. En eso, sacando cuentas, recordé que ese fue el año que me cambié de colegio.
Se lo comenté, y me señaló; “ahí fue cuando comenzaste a esconderte”.
Y para ser sincero, algo de razón tiene. Hasta cuarto básico estudié en un colegio pequeño, donde todos mis compañeros eran amigos de barrio, nos conocíamos, y las profesoras eran las tías. Pero en quinto me fui a un liceo de hombres, con un trato mucho más impersonal, donde los profesores nos trataban como personas grandes y entre los compañeros la jerarquía estaba dada por los que eran buenos para la pelota. Y obviamente, yo, el niñito tranquilo, estudioso y demasiado formal, pasé a ser el raro, y no faltó el que me tildara de medio mariquita. Algunos enfrentan esa situación integrándose, yo lo hice tratando de pasar desapercibido, de no llamar la atención.
En fin, creo que sería correcto decir que a partir de 1983 comenzó un proceso en que me fui aislando del resto.
Por supuesto, todo esto podría ser pura coincidencia o un conveniente acomodo para dar sentido a una cifra arrojada al asar. Es decir ¿acaso todas las personas que nacieron ese día están condenadas a ser tristes y solas? ¿No se necesitan más datos para hacer un análisis de ese tipo? Igual habíamos conversado bastante y quizá su comentario se originó de ahí. ¡Peor! ¿Eso quiere decir que soy un weón que transmite que es medio depresivo? O sea, me han dicho melancólico, enrollado, obsesivo y estructurado, y ahora cuasi depre ¡Juas!

¿Alguien quiere agregar algo más a lista?

No sé, como que creo y no creo en esas cosas adivinatorias.

Obviamente no me podía quedar sólo con lo malo, así que pregunté qué decían los números que fuera positivo sobre este “solo y triste” servidor. Y me dijo que yo era un tipo “muy interesante (obvio)... pero que guardaba muy adentro lo mejor de mí (supongo que no se refería a mi físico, ojojoj), que no me mostraba”.
Ok, no era el cúmulo de flores y elogios que yo esperaba, pero me parecía sincero. Igual podía ser que mi partner se estuviera tratando de hacer el lindo, dorándome la píldora (onda “yo podría sacarte esa personalidad maravillosa que tienes oculta”, entre otras cosas jijiji). Porque no es por nada, pero si existe química, yo puedo ser de lo más encantador que hay chateando. No le hago para nada asco al coqueteo.

Pero la verdad es que fue una conversa interesante, y me dejó rumiando -como buen búfalo que soy- todo lo dicho.
El café que me invitó no se lo acepté, pero quizá más adelante me interese una nueva sesión de numerología.

lunes, noviembre 28, 2005

Dime lo que lees y te diré quién eres...


Por lo visto, si no es por los memes o cadenas blogueras, tendría bastante abandonado este sitio. Eso no está bien, pero bueh, a cumplir con la tarea encargada por Dixleso.
En general trato de leer bastante y de todo un poco, aunque suelo pasar por periodos en que me quedo estancado en un libro y no logro avanzar; además, tengo la manía de terminar todas las lecturas que inicio, ya sea que me motiven o no. Tampoco me gusta leer dos libros a la vez, salvo que sean de temas muy distintos.


  • Estás atrapado en Farenheith 451... ¿Qué libro te gustaría ser?
Parece que no se ha entendido muy bien esta pregunta –sorry, aquí me nace el insufrible mateito que era en el colegio, onda Mónica Geller- porque las respuestas que he leído apuntan a cuál libro quemarían, y lo que se está consultando es la obra que salvarían conservándola en la memoria, como lo hace el protagonista de Farenheith.
Ya que hablamos de salvados de las llamas, una elección sería ¿Arde París? de D. Lapierre, un ejemplo de investigación y buen relato, que a través de la historia de distintos personajes recrea la cuasi destrucción de la capital francesa por parte de Hitler. También un cuento: El Gigante Egoista, de O. Wilde
, simplemente una joyita.
Ahora, si hablamos de cuál libro quemaría, los únicos que no me dan cargo de conciencia son todas esas biografías de personajes hechas solo para ganar plata, como Paris Hilton, el Chino Ríos, y cuanto famosillo anda por ahí.


  • ¿Alguna vez te enamoraste de un personaje de ficción?
Tanto como enamorarme... pero sí tuve mis fantasías con el soldado judío Ari Ben Canaan, de Exodo (León Uris). No sólo tenía una personalidad muy atractiva, sino que además no podía sacarme de la cabeza la versión fílmica, donde el personaje lo interpreta ¡¡¡Paul Newman!!! (babeo).

  • El último libro que compraste fue...
De mis vacaciones volví bastante cargado... de libros. Tenía que aprovechar los bajos precios de las librerías madrileñas, así que mi última compra de libros incluyó: dos tomos de En Busca del Tiempo Perdido (Proust); Los Hermanos Karamazov (Dostoievski); Las Olas (V. Woolf); Homo Videns (G. Sartori); Sobre la Libertad (J. S. Mill); y algo de literatura de temática gay: Maurice (E.M. Forster); El Lenguaje Perdido de las Grúas (D. Leavitt) y Querelle de Brest (J. Genet).

  • El último libro que leíste fue...
El Lenguaje Perdido de las Grúas, me lo leí en tres días y me sentí muy identificado por muchas de las cosas que le pasaban al protagonista.
Ahora estoy leyendo Querelle de Brest, “una novela de amor, inmortalidad y muerte que tiene como protagonista a Georges Querelle, el atractivo marinero que asesina por dinero y por necesidad, para luego expiar sus crímenes en intensas sesiones de sometimiento sexual”. Es literatura seria, OK... pero debo confesar que me ha generado un par de momentos “comprometedores” mientras lo leo en el metro; así que ahora sólo lo saco cuando viajo sentado y con mi mochila estratégicamente ubicada sobre mis piernas.

La ilustración al comienzo del post corresponde a uno de los dibujos -más suaves, debo agregar- de Jean Cocteau que adornaron la edición original.


  • Los cinco libros que llevarías a una isla desierta:
1. El Señor de los Anillos (Tolkien), OBVIO. Porque lo puedo leer mil veces y siempre hay detalles nuevos que me reencantan.
2. Exodo (L. Uris), me gusta mucho el tema del libro, que mezcla la historia de la formación de Israel con la de los judíos en los distintos países de Europa, junto con un romance de lo más apasionado. Y bueno... también me gusta el protagonista, ya saben, y con algo hay que fantasear en una isla desierta.

3. El Péndulo de Foucault (U. Eco), simplemente quedé marcando ocupado con esta novela; la historia se basa en muchos elementos que después se ocuparon en El Código da Vinci (sociedades secretas, templarios, la relación entre Jesús y María Magdalena), pero mientras este último siempre fue pensado como un best seller, el Péndulo es una obra más compleja y escrita por un autor que de verdad sabe de lo que habla.

4. Los Detectives Salvajes (R. Bolaño), un libro increíble y absolutamente distinto, con algunos relatos como el de Auxilio Lacouture, la uruguaya expatriada en la Universidad Autónoma de México, que son de antología. A ver si quizá con todo el tiempo que tendría para leerlo y darle vueltas al asunto, podría por fin no sólo disfrutarlo, sino también entenderlo.

5. Harry Potter y El Príncipe Mestizo (J. K. Rowling). Llevo meses aguantándome para no leer ninguna pista de lo que ocurre en este tomo –prefiero leerlo en español, porque en inglés tengo que recurrir al diccionario-. Así que exijo estar en la isla desierta con este libro.


Mención especial para mi colección de historietas Pincel, del Pato Donald.


  • A quién le pasas esto y por qué.
  1. a Eleutherio, porque el fue el primero en mandarme un meme y porque quiero saber de dónde ha extraído las ideas para sus relatos.
  2. a Pablillous, para saber que historias lo emocionan, lo hacen caer al piso y perder el conocimiento.
  3. a Go For It, porque nunca quiso contestar el meme sobre el fondo de escritorio, pero quizá con esta cadena bloguera se anime más.

lunes, noviembre 21, 2005

Tigre


THE TYGER (from Songs Of Experience)

By William Blake

Tyger! Tyger! burning bright
In the forests of the night,

What immortal hand or eye
Could frame thy fearful symmetry?

In what distant deeps or skies
Burnt the fire of thine eyes?
On what wings dare he aspire?
What the hand dare sieze the fire?

And what shoulder, & what art.
Could twist the sinews of thy heart?
And when thy heart began to beat,
What dread hand? & what dread feet?

What the hammer? what the chain?
In what furnace was thy brain?
What the anvil? what dread grasp
Dare its deadly terrors clasp?

When the stars threw down their spears,
And watered heaven with their tears,
Did he smile his work to see?
Did he who made the Lamb make thee?

Tyger! Tyger! burning bright
In the forests of the night,

What immortal hand or eye

Dare frame thy fearful symmetry?

domingo, noviembre 13, 2005

Meme

Eleutherio me mandó este Meme que anda circulando, así que cumplo con esta cadena bloguera y publico mi escritorio (lo que no hubiera sido posible sin la vital ayuda del chico de los bear hug).
La imagen de fondo es un dibujo de Ted Nasmith, uno de los más famosos ilustradores inspirados en la obra de JRR Tolkien. En este caso, la escena corresponde al pasaje de los Ents, los pastores de árboles.
Soy fanático de Tolkien, por lo que siempre mis fondos de escritorio están relacionados con él.

Fuera de eso, soy bastante despreocupado de la presentación de mi PC. Hay una serie de iconos de programas que venían con el computador, más algunos bajados por mis hermanos (también hay dos carpetas que son de ellos).

Como se puede ver, ocupo Firefox como navegador principal, y para bajar archivos de música utilizo Ares.
Mis cuatro elegidos para seguir con el Meme son:
Sinister - The Apprentice - Kuatico y para integrar a un nuevo bloguero (aunque dudo que haga falta) Lobo XS.

jueves, noviembre 10, 2005

Vanidoso

Estoy feliz. Tras una semana de haber vuelto a la vida sedentaria y a la buena comida de señora madre, hoy fui a pesarme ¡Y mantengo los reducidos kilos con los que volví de mi viaje!
Para que se entienda la alegría que me embargó, debo señalar que soy propenso a subir de peso, lo que sumado a mi absoluto desdén por los ejercicios y mi amor por la buena comida, ha implicado en que en los últimos diez años mi contextura se viera afectada por un lento pero continuo proceso de ensanche.

Así llegué a los 30 años bastante rellenito. Porque cuando estoy preocupado o estresado, me baja la ansiedad, y como. Y en ese periodo almorzaba comida chatarra, bebía litros de Coca Cola, engullía por lo menos dos panes con queso derretido antes de acostarme... era un cerdito.

Pesaba casi 83 kilos, bastante para una persona de poco más 1,70 m de estatura. Como soy de contextura maceteada, este exceso de adiposidad se repartía relativamente bien, pero cada vez me parecía más al monito Michelin.

Las dietas no me servían de mucho, porque lo que bajaba matándome de hambre, lo recuperaba a la brevedad.
Finalmente hace un año decidí cambiar mis hábitos alimenticios, pero más importante aún, convencí a señora madre de que no insistiera en prepararme comidas dignas de un regimiento que se alista para ir a la batalla (sí, lo sé, soy un weón regalón y servido).

Así, los bistec acompañados por porciones gigantes de arroz o papas fritas, los fideos con salsa y carne, o el pollo asado con puré, cedieron predominancia a los pescados, ensaladas varias o simplemente porciones más reducidas; las tres cucharadas de azúcar al café y dos al té, se transformaron primero en un cubo de azúcar morena y luego en nada; la Coca Cola y otras bebidas gaseosas fueron exiliadas.

Este cambio en la dieta permitió que este año bajara de peso y me estabilizara en torno a los 76 kilos, nada mal.

Con ese peso partí a Europa, y luego de 17 días de comer poco pero bien –me preocupé de eso-, y de una actividad física no agresiva pero intensa, como fue caminar en promedio diez horas diarias, retorné a Santiago pesando ¡70,5 kilos!

Uff, creo que desde mi primer año en la universidad que no pesaba tan poco.

Ahora cuando voy por la calle y veo mi reflejo en algún lugar, no puedo evitar mirarme y decir “Remus, tai estupendo”, jajaja... Nah, nunca tan engrupido, pero que me veo mejor que antes, es un hecho.
Por supuesto, la baja de peso también tiene sus inconvenientes, porque ahora parece que estuviera usando la ropa de otra persona: todo me queda grande y suelto. Pero lo más complejo es que señora madre me mira con preocupación. Ella es de la vieja escuela, por lo que ser rellenito lo ve como sinónimo de buena salud.

Por más que yo le insisto que 71 kilos es lo adecuado para una persona de mi estatura, simplemente me queda mirando como si fuera en camino a la anorexia. Tengo que cuidarme de ella si quiero mantenerme delgado, porque ya hoy llenó el refrigerador con helado, quesos, salame y otras cositas ricas, y fijo que este fin de semana hace queque.

Pero por ahora, a disfrutar de mi nueva y estilizada figura.


PD: Este debe ser el post más vanidosamente gay que he escrito.

martes, noviembre 08, 2005

Conocimiento real

Hace unos meses descubrí que un bloguero, con quien no mantengo contacto pero que leo con cierta frecuencia, es un ex compañero de universidad.
Tal encuentro no tendría porqué sorprenderme, de no ser por el hecho que leer sus comentarios e impresiones me ha hecho cambiar completamente la visión que tenía de él.

Lo cierto, es que en los cinco años que compartimos casi a diario, rara vez nos hablamos. No es que nos cayéramos mal o existiera cierta animosidad, simplemente pertenecíamos a grupos distintos y supongo que ambos nos veíamos como bichos muy diferentes como para tener intereses en común.

Yo congeniaba con los más tranquilos, quitados de bulla, en cierta forma los que llegábamos a la universidad todavía siendo muy niños y regalones de nuestras familias. El pertenecía al grupo de los más independientes, los que preferían las juntas en torno a la cerveza y el copete, los que tenían una visión de mundo más irreverente.

Así, me terminé formando una imagen muy a brocha gorda de este compañero, en la cual los espacios vacíos fueron completados con los prejuicios provenientes de mi formación niñito-clase media-tradicional-católico.

Sin embargo, lo que he leído de él en este tiempo me ha permitido conocerlo mejor y descubrir que no sólo se trata de una persona muy talentosa, sino que además, sensible, querendón de su familia, franco, entre otras virtudes (aunque sus defectos también debe tener).

Esto no quiere decir que ahora piense que pudimos ser buenos amigos años atrás; probablemente no. Todavía siento que hay aspectos por parte de ambos que no ayudan a entretejer esos lazos de mayor confianza.

Pero creo que esta experiencia refleja que muchas veces catalogamos a las otras personas sin un real conocimiento, sino simplemente basándonos en los modelos por los cuales nos regimos.

En ese aspecto, yo me reconozco prejuicioso. Tengo incrustado el chip tan chileno de la “normalidad”, la uniformidad, y todo lo que se aleje de los cánones establecidos como “correctos” me hacen ponerme alerta y desconfiar. Pero como estoy consciente de ello, puedo tratar de combartirlo, o por lo menos asumir que puedo estar equivocado.

Eso también es parte del proceso de crecer y madurar como individuo.

Ciertamente otras personas también tienen sus prejuicios o visiones de mundo distintas, con las cuales también juzgan y encasillan al resto, aunque muchas veces no lo quieran reconocer.

Como ya se ha dicho en otras oportunidades, lo bueno de los blogs es que permiten conocer a las personas de adentro hacia fuera, y en ocasiones, darnos cuenta de lo erradas que eran nuestras apreciaciones.

jueves, noviembre 03, 2005

... de una vuelta

Terminaron las vacaciones. Hoy llegué temprano a Santiago y tras una leve visita técnica a mi casa, partí a la oficina a retomar la vida normal. Atrás quedaron los días en que caminaba por París comiendo una baguette o en que disfrutaba del atractivo de Londres.
Pero el retorno fue agradable; las dos semanas y media que estuve fuera me permitieron desconectarme y llegar con bastante ánimo a la pega. Además, la mayor parte de la jornada la pasé contando las aventuras vividas en Europa, poniéndome al día sobre las novedades y revisando el cúmulo de mails que tenía almacenados.

En todo caso, debo reconocer que cuando iba a la oficina estaba un poco nervioso, porque con lo rápido que tuve que dejar listo todo antes del viaje, temía que se me hubiera pasado algún error; pero por suerte todo marchaba bien.

Mis compañeras de trabajo me elogiaron por lo delgado que volví –aunque soy de contextura maceteada- y por el interesante look que me da la barba de diez días. La verdad es que fui con barba al trabajo simplemente porque me dio lata afeitarme apurado en la mañana, pero en vista de los favorables comentarios estoy pensando dejármela un tiempo.
Lo de los kilos de menos es más difícil de mantener, porque soy propenso a engordar, y ahora vuelvo a la vida sedentaria y a la comida casera.
En fin, disfruté un montón este viaje. En lo personal también me hizo mucho bien; pero ya era hora de volver a casa. Después de todo, acá están mis seres queridos y mi vida cotidiana, y es de esta última de la que me debo preocupar ahora, aprovechando que vengo con las energías renovadas.