Tres buenas noticias

¡Ahhh! como me imagino al escucharlos, ser parte de esas viejas caravanas que recorrían la Ruta de la Seda, conociendo ciudades de nombres evocadores, como Samarcanda, o caminando por los verdes páramos de la vieja Irlanda, hasta llegar al borde de un acantilado azotado por el viento y desde ahí observar un mar que se extiende, poderoso, hacia fronteras lejanas.

Uyyyy, les aseguro que cuando ese libro caiga en mis manos no lo soltaré hasta llegar a la última página, la última palabra, la última letra. Pero algo me dice que va a ser un final amargo, no sólo por el tenor de la historia, sino porque significará el fin de una aventura, de un mundo mágico que atrapó mi lado cabro chico y soñador… Como cuando terminé el Señor de los Anillos y caí en un bajón que me duró días, porque me resistía a dejar la Tierra Media.
